En un lugar del Uruguay, de cuyo nombre quiero recordar, conocido como Rocha, un grupo de teatreros, de los de tablas en astilleros, telas remendadas, y cuentos entre fuegos, crearon un impensado espacio de confluencia e intercambio que, más allá de las insomnes noches, terminó por convertirse en uno de los encuentros más importantes y esperados del país.
¿Cuántas fronteras internas existen en un país tan pequeño como Uruguay? El desarrollo cultural, en términos del arte, ha sido prolífero en nuestra capital, sin embargo, y a pesar de su casi inexistente difusión, los restantes departamentos del país que conforman ese territorio conocido como “el interior”, cuentan con una vasta trayectoria artística en todas sus ramas. En esta oportunidad quisimos abrir este espacio para descubrir qué sucede con los teatreros más allá de Montevideo. Para eso hablamos con Alejandra Pallares, actriz egresada de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático y directora de teatro. Alejandra vive y desarrolla toda su actividad artística en el departamento de Rocha, conocido por su geografía tan diversa en la que sus playas y poblados resaltan las características principales de los típicos balnearios rochenses. En ese lugar, tan lleno de movimiento en verano y tan solitario en el invierno, un grupo de artistas se juntaron hace ocho años para crear un ambicioso proyecto llamado: Encuentro de Teatro del Este. Su origen estuvo determinado por la necesidad de agrupar a todos aquellos que hacían teatro en la zona, especialmente en los pueblos costeros, pero que no se conocían entre sí. Inicialmente fue conformado por artistas que habitan La Paloma, Punta Rubia, La Pedrera, El Polonio, Valizas y Aguas Dulces. Queríamos saber más de la aventura que supuso remontar tremendo proyecto, así que le propusimos a Alejandra que nos contara todo al respecto.
“El encuentro abarca básicamente el departamento de Rocha, pero es del Este, así que incluimos a Maldonado y tenemos intención de incluir Treinta y tres y no mucho más que esas regiones. La idea surge de la necesidad de saber quiénes éramos los artistas de la zona. De hecho, el nombre que definimos para el grupo fue “Teatreros de la vuelta”. Sabíamos que había mucha gente haciendo cosas, pero no sabíamos quiénes éramos, ni cuántos”. Es siempre interesante proyectarse hacia esos inicios, donde todo era apenas una idea, un pensar en común. El tiempo de la mirada hacia atrás nos permite ver el movimiento, las acciones que fueron capaces de convertir la idea en materia. En la memoria de Alejandra se va diseñando a través del esfuerzo del recuerdo y las palabras, los rastros del inicio.
“El primer encuentro, en el 2017, fue grande pero el más pequeño en el sentido de los participantes de distintos lares. No recuerdo bien quiénes se fueron sumando al comienzo, pero ese fue el puntapié que provocó que se corriera la voz sobre la existencia de este Encuentro. Eso posibilitó que se contactaran más teatreros que llegaban de distintos rincones. Ahí empezamos a conocer quiénes eran los referentes más activos en cada lugar. Ese fue el objetivo del encuentro: conocernos y generar un corredor que nos posibilitara la ampliación de los espacios de trabajo, más allá del encuentro”.
El teatro ha sido, desde sus orígenes, una necesidad vital, una forma de pensarnos como especie y de redefinir nuestra visión del mundo. Tal vez por eso, a medida en que se va calentando la conversación, como se calienta un motor para el arranque, van surgiendo aspectos claves que determinaron la esencia de cada encuentro. Por ejemplo, los espacios de intercambio, de talleres y cursos que les permitió nutrirse y aprender. Mostrar sus creaciones era importante, pero abrir el encuentro a los talleres amplificó la riqueza del proyecto en el aprendizaje mutuo, porque para los teatreros el teatro no es sólo el resultado de una puesta, es todo el camino anterior que permite la visión completa del espectáculo, es pasar de la concepción a la realización de la obra, con todo lo que eso supone.
“Esto era importante porque nos permitía el proceso de formación permanente sin la necesidad de trasladarse a otras ciudades más grandes o a la capital. Esta convocatoria nos dio, al menos, una vez por año, un espacio para esa capacitación además de poder mostrar las obras que estábamos haciendo. En ocho años que lleva el Encuentro del Este, ese objetivo se ha cumplido ampliamente: nuclearnos; no sentirnos tan solos en la pelea creativa, desde los distintos rincones en los que vivimos; saber que hay otros locos por ahí haciendo lo mismo. Ya nos conocemos todos. Conocemos nuestras modalidades de trabajo, incluso logramos crear una red que nos permitió llevar nuestras obras a otras localidades y colaborar con los proyectos de artistas de otros lugares, por ejemplo, yo colaboré en la dirección de un espectáculo que se ensayaba en el Polonio, gente de Castillo fue a dirigir a Valizas, y así varios. Era muy importante lograr la movilidad entre distintos lugares del departamento, algo muy complejo por los problemas de transporte que existe porque no hay transportes directos, sobre todo en invierno. Eso hacía complicado conocernos y con toda esa dificultad, lo logramos. Esta idea inicial creció mucho. Abrimos una convocatoria para que se sumaran de otros departamentos del Este, Maldonado, por ejemplo. Pero también vinieron de Montevideo, porque en este deseo de la formación, además de dar nuestros propios talleres, intentamos convocar a talleristas relevantes. Así que en el Encuentro tratamos de traer gente de renombre que pudieran dar determinados cursos, como por ejemplo de dramaturgia. Ahí pensábamos qué nos estaba haciendo falta: trabajar el cuerpo, la voz, el texto y definíamos los invitados”
Aquella semilla que fue la idea inicial se convirtió en un Encuentro reconocido, en la isla teatro de la que hablaba Barba, donde confluían distintos ciudadanos de la geografía teatral del Este. El crecimiento de este tipo de eventos es exponencial y directamente proporcional a la necesidad de ver, aprender y mostrar el rico teatro que existe más allá del límite fronterizo de la capital. Alejandra nos cuenta que el proyecto creció hasta tal punto que hubo que pensar en achicarlo y nos explica el por qué.
“El Encuentro del Este creció tanto que en un momento nos dimos cuenta que estaba siendo demasiado, así que resolvimos reacomodar esa expansión y bajarla. Lo que pasa es que tenemos un límite logístico: ¿cómo nos alojamos?, ¿cómo alimentamos a cien personas? Porque el encuentro desde el inicio se propuso alimentar y alojar a los participantes. La idea es que esos días puedas estar por y para esto, sin preocupaciones. Entonces, los cuatro días estamos todos juntos, en un espacio físico, compartiendo todas las comidas del día, mientras hacemos intercambios, devoluciones sobre lo que se vio el día anterior. Es una oportunidad para hablar sobre lo que estamos haciendo, los proyectos que se están pensando, se muestran trabajos en proceso que no están prontos, pero se quieren compartir para recibir una devolución de los compañeros que dan ideas de por dónde seguir”.
Mientras Alejandra cuenta estos aspectos íntimos del encuentro, me pregunto cómo lo logran, de dónde obtienen el presupuesto para montar tremenda organización.
“Con respecto a eso ha habido varias etapas. Básicamente todo sale de nuestro trabajo. En un principio nos juntábamos y salíamos a pedir apoyo a los comercios de la zona. Ahí nos daban alimentos, por ejemplo y la comisión de cocina ve lo que hace falta, y define la comida a partir de lo que se tiene. Después pedimos apoyos al transporte para ayudar a compañeros que vienen de otros departamentos más lejanos, ahí les conseguíamos pasajes con la Intendencia. Por ejemplo, las Alcaldías locales nos aportaron combustible para los que venían de más lejos en sus propios coches. En general hemos intentado siempre que no gasten dinero. Nosotros no pagamos. Los artistas vienen en forma honoraria, pero les ofrecemos las condiciones para estar esos días sin gastar de sus bolsillos. La Intendencia de Rocha, por ejemplo, colabora con el alojamiento. Esto último también depende de en qué localidad se realiza. Esto es un dato no menor. El Encuentro de Teatro del Este es itinerante y va cambiando de lugar. En un principio los responsables de organizarlo todo eran las personas de esa localidad donde se iba a llevar a cabo, sin embargo, nos encontramos con el problema de que hay localidades que tienen una, dos o tres personas y les era muy difícil organizarlo todo – asumir las necesidades de cada grupo, si necesitan consolas, luces, o elementos para la utilería- En cierto momento, un poco por ese tema, nos propusimos la idea de que todos los que ya habíamos sido organizadores, porque ya habíamos rotados por todas las localidades, nos nucleáramos y entonces resolvimos que la organización se haría entre todos. Lo cierto es que para esto colaboró la pandemia porque nos dimos cuenta de que no necesitábamos vivir en un mismo lugar para organizar. Nos empezamos a reunir por zoom, armamos distintas comisiones, también se determinó qué compañeros iban a apoyar en cada lugar. Este último año fue en La Paloma, por ejemplo, y resolvimos cuáles eran los espacios donde se iban a llevar a cabo las representaciones. Se definieron que en cada espacio hubiera un compañero como referente para todo lo que se precisara. Lo cierto es que es mucho trabajo. Hubo un año que llegamos a ser cien personas, en ese momento pensamos que se nos estaba yendo de las manos en el sentido de dar cuenta de las necesidades de todos. Por otra parte, estaban llegando artistas de otros lugares, como Rivera, por ejemplo, que no forma parte de los territorios del Este. Es claro que nos interesa que vengan y tener la oportunidad de ver cosas de otros lados, pero se nos hizo necesario repensar las formas, dando la posibilidad de que un grupo o un representante de esos otros lugares vengan, pero no más”.
Resuelvo salirme un poco de la interna, de esos niveles interesantes que hacen posible la realización del Encuentro y le pregunto sobre la devolución de los participantes. La respuesta de Alejandra da cuenta de la importancia de estos espacios.
“La gente que ha venido se ha ido feliz. Porque no hay dinero de por medio, porque hay una convivencia de cuatro días en la que todo el mundo colabora, todo el mundo aporta y nos vamos al final llenos de ideas”
Todos los espectáculos que se pueden ver durante el encuentro no tienen un precio fijo, el pago es a la gorra, como parte de la política de los teatreros que idearon el Encuentro. “Todo el recaudo es a la gorra. De los talleres y de las obras. Tenemos un sistema que ha ido mutando, y en los dos últimos años fijamos que la recaudación de la gorra se divide en un porcentaje para el espectáculo y un porcentaje para el Encuentro. Los organizadores no nos llevamos dinero por esto, ese porcentaje de lo que se recauda luego se mezcla en un fondo común y al cierre del evento se reparte un punto por cada persona que participó. Ahí recibe un punto cada uno: el actor, el director, el técnico, el cocinero –que es un actor que resuelve estar en ese rol-, en un sistema de horizontalidad. Esto hace que los que vienen de fuera del equipo organizador, queden maravillados, porque acá se hace todo: se hace un taller, se actúa, se maneja un vehículo, se va a la ferretería para comprar algo que falta, se cocina, etc. Esto es parte del perfil único del Encuentro”
Como muchos teatreros capitalinos, también yo sufro de una mirada recortada o insuficiente sobre lo que sucede en los departamentos del “interior” del país, aun cuando he tenido la oportunidad de ser una fascinada testigo del trabajo de algunos grupos que levantan sus obras desde la soledad de la distancia. Alejandra menciona algo sobre esa soledad en la que se trabaja, definida por las dificultades para llegar a las distintas localidades. Le propongo entonces la idea de que este Encuentro de ocho años, ha venido siendo un importante bastión que redefinió las posibilidades teatrales en zonas donde antes parecía imposible.
“Creo que sí. Sin duda. Sobre todo, en la permanencia del tiempo que lleva el encuentro y que cada año fue aumentando su alcance. El conocimiento de la existencia de esto para el público, pero además se fue generando entre nosotros la sensación de que hay otros haciendo lo mismo, a quienes podemos recurrir y claro, te da otro impulso para seguir porque sabes que tenes la posibilidad de mostrar tu trabajo más allá de tu territorio. Hacemos espectáculos que podemos llevar a otras localidades y mantener la conexión es mantener la posibilidad de mostrar lo que hacemos a más personas. Muchas veces se ha hablado del teatro de Montevideo vs el teatro del interior, pero nuestro trabajo ha demostrado que no importa de dónde sos. El teatro es uno, no hay diferencias en relación a la magia del teatro, si es de la capital o del interior. Yo no creo en eso. La única diferencia es en las posibilidades de acceder a la formación, en la disponibilidad de tener a mano más obras. No hay un teatro del interior y uno de la capital. De hecho, muchos de nosotros somos montevideanos que optamos por vivir en otros lugares y nos llevamos el teatro debajo del brazo”.
Algo que Alejandra menciona y me parece importante subrayar es que el Encuentro tiene una pata social que supone la extensión cultural en escuelas y liceos. “En ese aspecto, nosotros no esperamos solo a que el público venga, vamos a ellos a través de ese acuerdo con los centros educativos. Nosotras llevamos a la escuela con espectáculos para niños y con obras para mayores vamos a los liceos, en turnos distintos. Esa extensión nos permite ahondar en el aspecto de formación de público en la zona”
Mientras hablamos del valor y el esfuerzo que supone montar un encuentro de teatro anual, con pocos recursos pensamos en la importancia de la difusión como soporte del proyecto y con respecto a eso Alejandra subraya lo siguiente:
“Los medios de comunicación llegan muy poco. Hemos intentado invitar a críticos y no hemos tenido mucha respuesta. No es que sea imprescindible que vayan, pero nos interesa desde el lugar de la difusión, que se conozca lo que estamos haciendo. En una oportunidad vino Diana Veneziano –profesora y directora de teatro- y se quedó fascinada con lo que vio y desde su lugar replicó la experiencia, pero sin duda no se llega a tantas personas como se podría llegar desde los medios. Nosotros queremos que vengan y se instalen los cuatro días a convivir, a ver desde dentro todo el proyecto y no sólo una obra puntual. Necesitamos que venga un observador externo que pueda divulgar este acontecimiento”
Antes de cerrar la nota queremos mencionar a los grupos que forman parte de la organización del Encuentro: Tatúteatro del Polonio; el grupo Alquitrán teatro que trabajan en Castillos y Aguas Dulces; un compañero que es titiritero y actor que también trabaja en Castillos; tenemos gente de Valizas; desde la Paloma con un grupo que nos llamamos Elelenco, gente de La Pedrera, Punta Rubia y de Punta del Diablo, entre otros.
El próximo encuentro será en setiembre del 2025, durante los cuatro días de las vacaciones de setiembre en Rocha. Se difundirá con tiempo las locaciones previstas. Si bien no podemos extender una invitación por nuestra cuenta, ya que no se trata de un Encuentro abierto, les diría que, si primavera andan por la costa de Rocha, dense una vuelta para conocer el trabajo de estos teatreros.
Desde nuestro lugar de comunicadores queremos asumir el compromiso de vivir la experiencia del encuentro para traerles el relato de manera directa sobre lo que supone este increíble proyecto.