Luego de su reciente experiencia con el elenco de la Comedia Nacional, conversamos con Sergio Blanco, reconocido dramaturgo y director uruguayo. Con una vasta trayectoria en el terreno de la autoficción dramática, Blanco nos comparte los desafíos y hallazgos de este proyecto que se denominó Confesiones. El ciclo contó con tres conferencias autoficcionales: “Divina invención o la celebración del amor”, “Las flores del Mal o la celebración de la violencia” y “Memento Mori o la celebración de la muerte”.
Durante los meses de setiembre y octubre, tuviste la oportunidad de trabajar con la Comedia Nacional por primera vez en el rol de director. ¿Cómo surgió esta posibilidad?
Yo ya había trabajado varias veces con la Comedia Nacional como autor y también una vez como coordinador de un importante proyecto de desarrollo dramatúrgico, y, durante muchos años, los distintos directores artísticos que estuvieron al frente me fueron invitando en reiteradas ocasiones a presentar propuestas para trabajar como director pero por diversos motivos nunca las podíamos llevar adelante. Lo que sucedió esta vez fue que Gabriel Calderón desde que asumió su gestión me manifestó su deseo de que yo dirigiera un espectáculo y como es muy difícil decirle que no a Gabriel, luego de evaluar y discutir varios proyectos, finalmente pudimos llegar a la idea de montar estas tres conferencias autoficcionales que hasta el momento siempre habían sido interpretadas por mí. El desafío que nos propusimos con Gabriel fue el de delegar y confiar mi palabra a tres intérpretes del elenco que serían lo que iban a estar en escena y allí decidimos que estos serían Leandro Ibero Núñez, Stefanie Neukirch y Gustavo Saffores. De algún modo, esta propuesta que consistió en dar una palabra tan íntima a otras personas me permitió demostrar una vez más que, finalmente, aquello que narran estas tres conferencias que son tan personales no se limita solamente a mí propia experiencia, sino que es algo mucho más vasto que puede incluir también a los demás. Y esto último fue algo muy reconfortante para mí porque es la base epistemológica de todo emprendimiento autoficcional, es decir, la idea de que lo que le sucede a quien está escribiendo es algo que al fin de cuentas, nos puede suceder a todos.
A diferencia de otras propuestas a las que nos tienes acostumbrados, en esta oportunidad te centras en las conferencias autoficcionales ¿Qué particularidad tiene el procedimiento que los diferencia de las autoficciones convencionales?
Antes que nada, te diré que si bien el espectáculo es muy distinto a los que suelo montar, ya que tiene una duración más breve, no tiene un gran despliegue de un dispositivo escénico y no cuenta con varios intérpretes; sin embargo, en lo que compete a la dirección escénica, seguí el mismo proceso que sigo siempre cuando monto un espectáculo: lograr que se produzca algo en escena que invite a los espectadores a tener que organizar sus miradas. Y luego, en lo que comete a la dirección actoral te diré que mi enfoque fue muy similar al que elijo cuando dirijo un monólogo, es decir: poner el acento en ese eje comunicacional que se establece entre el intérprete y la sala a quien se le está diciendo el texto. Ahora bien, creo que pese a estas similitudes, hay obviamente una gran particularidad en esta propuesta y es que estamos ante un texto que es leído por los intérpretes y esto cambia muchas cosas. Lo que quiero decir con esto es que en este espectáculo no asistimos a un sistema representacional convencional como al que estamos habituados, sino que asistimos a un verdadero acto de lectura en vivo y en directo. Y esto que puede parecer algo muy simple; sin embargo, no es algo tan sencillo de lograr. Se trata de un tipo de trabajo que yo ya había experimentado junto a Roxana Blanco cuando hicimos Ostia y es algo que me resulta fascinante. En un primer momento se puede pensar que se trata de teatro leído o de una lectura dramatizada pero no es ni lo uno ni lo otro, sino que es otra cosa muy distinta. En realidad se trata de interpretar el acto mismo de leer siguiendo ciertos preceptos, criterios y pautas de lectura que hacen que los intérpretes vayan entrando en un estado enunciativo particular y específico.
“Confesiones” es el título que agrupa a estas tres piezas ¿Podrías explicar por qué la elección de este título? ¿Qué es lo que buscabas reflejar con él?
La elección del título Confesiones para designar a estas conferencias es algo que se dio ya hace unos años cuando mis editores me propusieron publicar las tres conferencias en un único libro y me sugirieron que le encontrara un título. Después de pensarlo mucho me di cuenta de que lo que tenían en común estos textos era que en los tres asistíamos a una palabra que por momentos relataba cosas muy íntimas haciendo que se pasara de algo escondido y no dicho a algo que de pronto era dicho y develado públicamente. Y entonces se me vino a la cabeza el título Confesiones que me gustó mucho no solo porque atestigua de este procedimiento confesional que se dan en las tres conferencias, sino porque además, también hace referencia a las Confesiones de San Agustín y a las de Rousseau que son dos autores que han teorizado y pensado mucho sobre las escrituras del yo. En estas tres conferencias presenciamos a una persona que al mismo tiempo que reflexiona sobre el amor, la violencia y la muerte, también va relatando aspectos y anécdotas de su vida personal mientras va haciendo un viaje introspectivo muy arriesgado que lo lleva a confesar diferentes cosas que estaban confinadas a un silencio. No hay que olvidar que la confesión supone siempre la revelación en voz alta de algo ominoso, vergonzoso, humillante, prohibido, ilegal, clandestino que, antes de ser expuesto, estaba oculto y velado. El acto de confesar siempre supone decir algo que nunca había sido dicho y que de golpe, es puesto en palabras: lo indecible pasa a ser decible permitiendo que aquello que estaba relegado a un silencio pueda encontrar un espacio de dicción. Y lo interesante de este sistema confesional que proponen estas conferencias es que quien se confiesa, lentamente, va accediendo a un estado de deshago y de alivio que siempre es reconfortante presenciar. De alguna manera, los espectadores nos empezamos a proyectar en ese cuerpo que se está confesando y al sentirnos identificados con ese cuerpo que se revela públicamente, nosotros también empezamos a sentirnos aliviados. Se trata de un verdadero sistema de expiación en donde los espectadores siempre terminan empatizando con la persona que se está confesando. En este sentido la confesión cumple un rol liberador y catártico con la platea que asiste a la revelación pública de algo que no estaba siendo dicho.
Las tres puestas presentan una mecánica similar: un actor solo en escena, un dispositivo sencillo y la proyección de imágenes sobre una pantalla. Los actores leen como si estuvieran ante una conferencia. Uno a simple vista parecería no comprender qué es lo que está sucediendo allí; sin embargo, el teatro sucede ¿Dónde radican los aspectos teatrales en esta propuesta?
Los aspectos teatrales radican en varias cosas, pero me gustaría destacar los tres fenómenos más poderosos. En primer lugar, estamos ante un acontecer claramente teatral porque hay una asamblea que de forma conjunta está escuchando y mirando a una persona en escena. Esto último implica una dinámica absolutamente teatral porque se activa la famosa convivio sobre la cual tanto teoriza Jorge Dubatti y que consiste en ese encuentro entre la escena y la sala, sin intermediación mediática y a escala humana. Este espectáculo apuesta muchísimo a crear este espacio convivial entre una platea que viene en grupo a presenciar la manera en que un conferencista —mientras discurre sobre el amor o la violencia o la muerte—, poco a poco, empieza a indagar en su propio yo interior. En segundo lugar, lo que nos hace reconocer la gran teatralidad de esta propuesta es la manera en que el texto es leído. Lo que quiero decir con esto es que la teatralidad no solo radica en ese aspecto convivial que presenta el espectáculo, sino también en la manera particular de leer el texto porque como te decía recién, no se trata solamente de leer, sino de interpretar una lectura que es absolutamente teatral. Y con esto último me refiero a que el texto es abordado en toda su musicalidad casi como si se tratara de una partitura. Muchas veces a la hora de dirigir a los intérpretes nos deteníamos más en la musicalidad de una palabra o en la melodía de una frase que en lo que las palabras querían decir. La mayoría del tiempo lo dedicamos a concentrarnos más en aspectos puramente fonéticos y vocales que en consideraciones conceptuales o de contenido. Era como si el significante acústico de las palabras nos interesara más que el contenido semántico o el significado. Y esto último es algo muy teatral, ya que hay que apelar continuamente a técnicas de respiración, de articulación, de modulación, de entonación. Te diré que en estas tres conferencias logré algo que me propuse desde el inicio y es que las tres además de contar con un gran dispositivo visual, también tuvieran una forma particular de ser dichas como si se tratara de un servicio religioso, casi como si los intérpretes fueran tres especies de oficiantes de una misa o de un discurso litúrgico. Con Leandro, Stefanie y Gustavo logré que cada uno a su manera pudieran ir entrando en una especie de espacio acústico en donde el texto era debitado como si por momentos fuera un mantra o una plegaria. Y esto último sin lugar a dudas, le terminaba dando mucha teatralidad al proyecto. Una de las primeras devoluciones que me hizo Gabriel después del estreno fue que la platea parecía una orden de religiosos escuchando un oficio, y esa devolución para mí fue uno de los elogios más bellos que me han hecho sobre este trabajo. Y en tercer lugar hay un despliegue visual muy importante en cada conferencia que lleva a que todo el proyecto esté apoyado en un dispositivo escénico muy teatral que termina enmarcando estéticamente la palabra que es dicha en escena. En este espectáculo pude reunir a un gran equipo de diseñadores que logró una propuesta estética maravillosa que fue de una gran belleza e inteligencia. Y creo que todo este rigor estético es también quien contribuye a que la teatralidad acontezca en escena.
Es muy difícil encontrar autores que apuesten por la publicación de sus obras en formato libro. En la actualidad, toda tu obra se encuentra publicada. ¿A qué se debe esto? ¿Cuál es tu postura frente a la publicación de los textos dramáticos?
Yo siempre opté por la publicación de mis textos. Para mí el teatro, además de ser una práctica escénica en donde el texto sirve de base para una representación, es, antes que nada, esencialmente un género literario que se escribe y se lee y que, por lo tanto, también se puede publicar. Siempre me atrajo este estatus especial y un tanto híbrido que tiene el texto teatral que es un libro y al mismo tiempo es la base para una representación escénica. Creo que la realización total y más completa de un texto dramático es cuando es llevado a escena porque es a lo que aspira toda pieza de teatro, pero eso no quita que exista también su realización literaria y que esta se dé cuando el texto es publicado en un libro para ser leído. Yo tengo la dicha de que todos mis textos teatrales estén publicados en distintas editoriales y traducidos a diferentes lenguas. Tengo la fortuna de tener grandes editores que siempre están esperando mis textos y que hacen un trabajo extraordinario con la publicación de estos. Lo digo con un gran orgullo porque es algo que me pone muy feliz y porque siempre pensé que el dramaturgo es un hombre de teatro pero también es un hombre de letras. Me produce tanto placer ver un texto de mi autoría representado en un escenario en Londres como publicar un libro en Tokio con todo lo que eso implica: viajar a presentar el libro, firmar ejemplares, verlo en bibliotecas o encontrarlo de golpe en la vitrina de una librería. Con respecto a todo este tema de la publicación de mis textos, lo único que me impongo siempre como regla es que antes de editarlo, me gusta que el mismo haya pasado primero por la escena, ya que creo que el ensayo con los intérpretes corrige mucho el texto que uno ha escrito y siempre lo termina mejorando. La experiencia me ha confirmado que la escena es una excelente correctora de textos.
En este ciclo pasó algo inédito, por primera vez tu alter ego fue interpretado por una actriz. ¿Qué hallazgos encontraste en esta elección?
Los hallazgos fueron múltiples. Esta idea de que mi alter ego fuera interpretado por una mujer fue lo más arriesgado de toda esta propuesta. Te diré que fue en donde más nos arriesgamos con Gabriel Calderón. Fue una propuesta realizada por mí y Gabriel enseguida quedó encantado con la idea. A Gabriel siempre le tienta el riesgo, es algo que define mucho su trabajo no solo como dramaturgo sino también como director y actor. Y el resultado fue algo extraordinario, ya que si bien las tres conferencias tuvieron una recepción excelente por parte del público, la conferencia en donde era Stefanie quien me representaba generó algo particular y especial. El hecho de que mi alter ego fuera interpretado por una mujer que pese a su género femenino hablaba en masculino, fue algo que agradó y cautivó mucho a los espectadores. Y ni hablar de que para mí fue muy interesante ver cómo ese yo mío se lanzaba a una capa ficcional más espesa todavía porque el cuerpo que estaba allí presente ahora era el cuerpo de una mujer. Todas las noches en la escena del teatro se producía algo que era fascinante, ya que al mismo tiempo que mi yo masculino era feminizado, la actriz en toda su femineidad era a su vez masculinizada por mi palabra. De esta manera lo masculino y lo femenino se unían en un mismo soporte, en un mismo cuerpo, en una misma historia, y, poco a poco, se iban fundiendo hasta que aparecía una especie de confusión o de desorden en el género. Y entonces a medida que la conferencia iba avanzando, íbamos asistiendo así a una gran relatividad en todo lo referido al género y sus múltiples posibilidades. Todo esto produjo una gran adhesión por parte del público, ya que todo este asunto de la construcción y des-construcción de género, de las identidades fluidas o de las corporalidades no binarias, es algo que dialoga mucho con nuestra contemporaneidad.
Las tres obras dialogan con los grandes temas de la condición humana como lo son el amor, la violencia y la muerte. En el título referís a una celebración ¿Cómo se puede celebrar estas temáticas?
Cuando yo hablo de celebración no lo hago en el sentido de festejo o de fiesta, sino en el sentido de la conmemoración, es decir, una forma de tratar de encontrar una evocación apaciguada de estos temas que son tan complejos. Yo me refiero a la celebración como forma de conmemorar, es decir como manera de evocar y de revivir. Cuando evocamos algo por medio del lenguaje podemos apaciguar el vínculo con lo que estamos evocando aunque se trate de algo difícil y complicado. El tema del amor, de la violencia y de la muerte son tres asuntos que constituyen la esencia del ser humano y por eso mismo me parece que es importante poder rememorarlos como una manera de poder pensarnos es decir: figurarnos, refigurarnos y reconfigurarnos.
Esto último es lo que proponen estas conferencias que invitan a abordar estos tres temas tan delicados y complejos. Es cierto que el amor, la violencia y la muerte pueden ser tres fenómenos escabrosos, fatales y devastadores pero lo que sostienen estos tres textos es que rememorar el amor, la violencia o la muerte por medio del lenguaje, puede ser no solo algo hermoso sino también sanador. Yo estoy convencido del efecto balsámico del lenguaje que nos permite siempre reconstruirnos por medio de las palabras.
Estas Confesiones son un homenaje al efecto terapéutico del acto literario que por medio del verbo nos cura, nos salva, nos rescata. Es por eso mismo que los títulos de cada una de las conferencias van acompañados de tres célebres fórmulas literarias: divina invención, las flores del mal y memento mori. Estas Confesiones nos recuerdan que a través del lenguaje los seres humanos podemos apaciguar nuestro vínculo con el amor, con la violencia, con la muerte y con muchas otras cosas más.
Para finalizar, ¿qué proyectos estás pensando para el futuro próximo?
A partir de esta puesta en escena de Confesiones en la Comedia Nacional ha surgido el interés de realizar la misma experiencia en otros países como Grecia, España, Brasil, Singapur, Colombia, Italia, Japón. Así que en los próximos dos años pienso dirigirlas en algunos de estos lugares y en otros lugares daré los derechos para que las dirijan otros directores o directoras. Pero en este próximo año voy a dedicarme sobre todo a escribir porque tengo muchos proyectos de escritura que quiero poder llevar adelante y para eso yo necesito mucha calma, tiempo, quietud y sobre todo, necesito mucha concentración. Además, quiero no solamente poder terminar dos textos que he comenzado este año, sino que quiero también poder concluir mi segundo texto teórico sobre la autoficción que seguramente será publicado en el 2026.
Todo este año fue de muchos viajes entre los estrenos internacionales, mis propios montajes, las giras de mis espectáculos y las distintas actividades académicas ya sea dictando cursos, conferencias o presentando libros, así que el 2025 va a ser un año mucho más sedentario: escribir me exige un cierto sosiego y ese sosiego solo lo encuentro en mi apartamento con mi biblioteca y con mi gato a mi lado.
Fotografía: Carlos Dossena- Comedia Nacional.