Hay una imagen recurrente que me viene a la memoria en este momento. La de llegar a una sala de teatro, o a la cafetería del Solís y encontrarme con Onaindia, siempre con su espalda recta, que le otorga una presencia ligera y firme a la vez. Lo conocí hace años, pero mis encuentros, esporádicos con él, tienen siempre el mismo marco: un teatro.
Algo, que no sé explicar, me hace sentir cierta cercanía, tal vez la pasión por el arte, tal vez la cuestión del movimiento más allá del país que nos vio nacer. Yo, una uruguaya exiliada – con mis padres- a la Argentina, él un argentino que nos eligió como hogar. Creo que hasta se nos pierde un poco de vista eso de su origen. Somos de por acá, de esto que llamamos Río de la Plata. Será por eso que, cuando me dijeron que el nuevo director artístico de La Comedia era Onaindia, no me extrañó para nada.
Le pedí esta entrevista hace como un mes, pero esperamos hasta enero, para dejar pasar la locura de diciembre y para que algunos proyectos de este año, se pudieran cerrar. Eligió la cafetería Puro Verso de la peatonal Sarandí, cerca del Teatro Solís y con olor a libros.
Diría que la entrevista empezó sola, incluso antes de grabar. Tenía mucho para decir así que esta nota estará muy definida por su voz que inicia por contarnos la previa a su nombramiento.
Onaindia: El reglamento de la Comedia establece que tenés que presentar un año de programación como parte del proceso de postulación a la dirección. Yo presenté los tres años, con algunas alternativas. Una vez electo como el nuevo director, nos sentaremos con el consejo artístico para conversar algo que ya conocen todos. Sabían de antemano cuál era el diseño de programación, cuáles eran los artistas nacionales y extranjeros que me interesaban. Claro que siempre está la posibilidad del imprevisto, de lo que puede surgir en el camino, pero el proyecto está abierto a eso también.
Sin duda estás profundamente vinculado a la cultura de nuestro país. Incluso ya has trabajado con Gabriel Calderón – quien fuera el Director artístico de La Comedia en el último período- como parte del consejo artístico. Desde ese punto de vista, parece lógico el trayecto que desemboca en tu nombramiento como el próximo director del elenco, sin embargo, quisiera ir más allá de lo obvio, y que me cuentes cómo se siente a nivel personal. ¿Era un sueño íntimo o ni siquiera estaba en tu horizonte de expectativas?
Viste que la vida siempre sorprende. La verdad es que yo no suelo tener esa visión del horizonte de expectativa, pero no deja de ser un sueño adolescente. Ya lo he contado. En mi adolescencia yo era un lector compulsivo, leía lo que había en la biblioteca de mi padre. Especialmente, en casa, se leía mucho a Eduardo Mallea. Era un escritor que junto a Borges y Mujica Lainez eran – según broma del propio Laínez- la santísima trinidad de las letras argentinas que gozaban de mucho prestigio.
Mallea fue un escritor muy prolífero que hoy no se lee ni se recuerda ya. Se ha perdido como tantos otros. Entre sus tantas publicaciones, tiene una novela, algo especial para mí, que se llama Simbad, cuyo protagonista era el director de un teatro. Yo la leí con 13 o 14 años y me quedó esa idea, como algo deseable pero lejano. En mi camino tuve la oportunidad de dirigir instituciones vinculadas a la actividad, pero nunca un elenco estable, así que podría decir que en cierta medida sí que se cumple ese sueño temprano de mi adolescencia.
Onaindia es abogado, gestor cultura, especializado en derechos culturales que cuenta con una amplia trayectoria tanto en nuestro país, como en Argentina e Iberoamérica. En el 2000 asume como Director del Instituto Nacional de Cine y Artes visuales de Argentina, fue Coordinador general de Cultura de la ciudad de Buenos Aires. En el 2013 fue contratado por la Intendencia de Montevideo como el asesor artístico y de contenidos para el Teatro Solís. Estas son, apenas, algunas de las muchas funciones que ha realizado en relación a la cultura a nivel regional. Es de esos personajes claves que, tal vez en silencio, va definiendo aspectos centrales de la geografía cultural de nuestros territorios. Este punteo básico de su currículum, lo ubica en términos de lo específicamente teatral, como una especie de “foráneo”. Me interesaba ahondar en esto, desde su perspectiva.
Creo que la propuesta de que, alguien que no viene de la profesión dirija al elenco estable de La Comedia es interesante por diferente. Esta no ha sido la tradición, así que será una visión bastante distinta.
Aunque también es cierto, si nos vamos un buen tiempo hacia atrás cuando la Comedia se origina, lo que hoy conocemos como la Dirección General Artística lo hacía la Comisión Municipal de Teatro, por lo tanto, era más un sector de gestión, con un director artístico que decidía las obras. No es algo nuevo, pero es innovador pensando en los últimos cuarenta años, desde que se modificó el reglamento, de 1984 en adelante.
En todo caso para mí es una oportunidad muy interesante porque me permite conocer el medio desde otro lugar. Y, en definitiva, como el rol del director general artístico no implica, necesariamente, la dirección de obras, en mi caso la función será desde otro lugar.
En línea con lo que venimos conversando, me pareció interesante preguntar sobre cuál es el rol del Director artístico, ya que supone un trabajo que hace posible lo que luego vemos en escena. Algo como desmontar algunos secretillos, pocos, de la árida interna que pone en funcionamiento al elenco estable de La Comedia.
En primer lugar, es importante señalar que La Comedia Nacional es una entidad de la Intendencia de Montevideo que tiene, además de sus 30 actores; 6 traspuntes; personal administrativo; un equipo de vestuario, aunque ya no cuenta con el equipo escenotécnico. Así que es un universo de casi 60 personas que trabajan para que una obra sea posible. Por otra parte, está toda la cuestión logística, la decisión de la programación que se realiza con el consejo artístico, que no es solo elegir títulos y directores, sino pensar cómo distribuirlo; dónde se harán las obras; el territorio; la circulación de lo que se está montando y, además, conversar con los directores de los distintos teatros. Uno de los aspectos que incluí en mi proyecto es, por ejemplo, la cuestión edilicia. La Comedia carece de un edificio propio y sería bueno que fuera un objetivo a lograr en este período. Yo lo propuse pensando que en el 27 La Comedia Nacional cumple ochenta años. Creo que, más allá de los teatros donde actúan, como el Solís, la Verdi y otros, la posibilidad de un edificio propio mejoraría mucho las condiciones de trabajo del elenco que, en definitiva, es el centro de lo que hacemos. Todo el resto trabaja para que el elenco suba al escenario.
Pasé buena parte de mi vida formativa en La Comedia. La Escuela de Arte Dramático se encontraba en una de las alas que conformas la visión completa del teatro. Mi memoria afectiva está muy ligada a su geografía, sus olores, las obras que también me formaron, además de la Emad- Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático. En ese tiempo, lo recuerdo bien, el teatro Solís y la Verdi eran de La Comedia. Allí ensayaban, tenían sus camerinos, esos rincones que se convierten en una parte del hogar del artista y en un espacio entre el techo del teatro, donde se encuentra la inmensa araña y el techo exterior, trabajaba el equipo de escenotécnia haciendo magia para la puesta. Lo sé porque pasé gran parte de mi período de estudiante entre ellos, aprendiendo otros aspectos del mundo teatral. En algún momento ese teatro dejó de ser la casa de La Comedia. No estoy emitiendo un juicio de valor, solo una descripción que, tal vez, por lo cercana, pueda sonar algo subjetiva. Se lo comento a José Miguel.
Sí, es cierto. Fue después de la reforma, cuando se cambió el modelo, que los teatros – Solís y sala Verdi, dejaron de ser del elenco
Ahora las salas de ensayo no son las más apropiadas. No hay un lugar fijo durante el período en que los actores están ensayando, hasta que se llega al escenario, lo que normalmente pasa muy cerca del estreno. Y sí, tampoco tienen camarines. Eso genera que la situación para que la actividad se desarrolle, no sea ideal.
Por lo tanto, tener un edificio propio sería deseable. Todas las instituciones análogas internacionales, como el teatro Nacional de México, la compañía Nacional del teatro clásico de España, la Comedie Française, todas tienen sus edificios. Podría ser un lugar de trabajo, que cuente también con un espacio donde se pueda seguir haciendo una obra exitosa, en términos de público, cuando las salas principales cierran temporada por cuestiones de agenda. La otra alternativa sería cambiar el modelo de gestión de los teatros, pero es algo más complejo, por eso propuse algo bien concreto. Así como se le dio un edificio a la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático, que se le pueda dar uno a La Comedia. Claro que esto implica toda una negociación, que se debe hacer con la futura Intendencia de Montevideo, aunque ya está en el proyecto aprobada por la actual.
El otro tema es la permanente lucha que tenemos siempre las instituciones culturales por el presupuesto. Esto es fundamental porque nos permite mantener una circulación nacional e internacional en donde La Comedia puede estar para realizar su trabajo. Sería bueno que en este período se consolidara un presupuesto base que luego pudiera ser acrecentado. Y no estar discutiendo en cada período el presupuesto porque es fundamental para el elenco estable, para todos los elencos estables, no solo para La Comedia, poder contar con esa certeza. De lo contrario es muy difícil establecer contrataciones y proyectar. Hoy el mundo escénico es muy complejo. Nos exige programar con mucha anticipación. Fíjate que me resulta mucho más fácil hablar ahora del 26 y el 27, que de este año que inicia. Tengo cerrado algunas cosas, pero no te puedo decir mucho aun, porque tenemos que hablarlo con el consejo artístico.
Así que en esta parte del trabajo que es programar y entablar compromisos, que suponen que el artista convocado bloquee determinadas fechas, ese compromiso institucional y jurídico hay que respetarlo y para eso es vital el presupuesto. Por otra parte, es necesario revalorizar el aporte que la cultura le da al país, teniendo en cuenta que para Uruguay la cultura es algo fundamental que le aporta reconocimiento internacional. En este país hay una concentración de talento en tan poca población que es llamativo para todo el mundo. Cuando hablamos con colegas extranjeros, se ve hasta qué punto la cultura está en la singularidad de Uruguay desde sus orígenes. Eso también requiere una respuesta presupuestal, nacional y departamental.
Es indispensable el reconocimiento del acervo cultural. Tenemos una literatura de excepción, la música, histórica y contemporánea también de excepción. El ballet, el canto lírico, el teatro – que cuenta con algunos de los dramaturgos y dramaturgas de mayor reconocimiento a nivel internacional. Todo esto le otorga al Estado un valor que es simbólico, claro, pero también económico.
En relación a la valoración en términos económicos, de los teatreros uruguayos, quise entrar en un tema escabroso, algo de lo que se escucha “entre patas” pero que no se dice. Se trata del imaginario del medio teatral sobre que La Comedia tiene el privilegio de tenerlo todo “resuelto”, contando, además, con un salario por su trabajo. La respuesta de Onaindia es bien clara.
La Comedia tiene todo aquello a lo que debiera aspirar el mundo artístico que es la no precarización de su trabajo. La posibilidad de que el artista se dedique de lleno a su creación. Pero lo cierto es que desde el punto de vista del presupuesto que cuenta para producir un espectáculo, no está en condiciones ideales. No tiene salas de ensayos, ni disponibilidad de escenario, perdió su equipo técnico que muchos teatros independientes mantienen.
Por otra parte, creo que todo forma un ecosistema – una palabra de moda que no me gusta- y que supone una combinación del universo teatro. Acá no hay gran presencia del teatro empresarial, cuyo fin central es ganar dinero solamente. Tenemos un fuerte teatro independiente y una apuesta por el teatro público. Entonces cada uno tiene una función diferente y funcionan de manera distinta, pero se retroalimentan. También hay que decir que, fuera de los actores y del equipo de gestión, la mayoría de los artistas convocados, para trabajar con La Comedia, son artistas que están en el sector. Así que parte del presupuesto, que se otorga, se va en el pago de honorarios a artistas invitados. Además, al tener ese reglamento de trabajo y esa posibilidad de tener 30 actores con contrato de exclusividad nos permite hacer algunas producciones de formato teatral que enriquece el resto, por eso no creo que haya oposición, son sistemas de trabajo diferentes.
Hablar de lo que es imprescindible para todos los teatreros nos obliga a pensar en qué pasa con la aplicación de la Ley 19821, aprobada en 2019, que tiene como objetivo principal, según su propia letra, “promover el desarrollo y el amparo del teatro independiente como impulsor del desarrollo cultural del país.
Bueno, justamente, lo que yo quisiera discutir en este año en el que se inicia un nuevo gobierno nacional, y habrá nuevos gobiernos departamentales en todo el país, es ver cómo hacemos para que la ley del artista que se aprobó, se amplíe y que los artistas no estén precarizados en sus trabajos. A eso hay que aspirar, sin duda alguna.
Uno de los aspectos de ese rol de gestión, tiene que ver con una visión más amplia del teatro, que está profundamente ligada al tema de la vida material del artista. Especialmente en un país tan pequeño como el nuestro, donde el público siempre es limitado, lo que define mucho el trabajo de los artistas, especialmente en el ámbito independiente. Le propongo una reflexión al respecto.
La actividad escénica perdió vocación de tener un gran número de adeptos. Se fue achicando, trabajando para una población, que es pequeña. Hay un gran desafío para todo el sistema teatral de volver a tener un público fidelizado superior al que tenemos. Lo que les permitiría a los artistas, que hoy ensayan seis meses para hacer ocho funciones, que puedan pensar en temporadas más largas, lo que supondría que el trabajo sea rentable. Tenemos que ver de qué manera, uniéndonos todos, podemos generar nuevamente un sistema donde el público que tiene el hábito de ir al teatro sea mucho más numeroso de lo que es ahora.
Con respecto a esa idea, La Comedia tenía un programa de formación de público, ¿no? Recuerdo que en algún momento contó con una estructura que promovía la llegada poblaciones pertenecientes a barrios lejanos, que no tenían como acceder al teatro muy centralizado en Montevideo. Incluso poniendo locomoción para hacerlo posible. ¿Eso sigue existiendo?
Si. Hay sistemas de mediación. Históricamente se ha hecho con los bachilleratos, se trabaja en combinación con el Departamento de Educación del teatro Solís. También existió el proyecto Un pueblo al Solís, en el que participaba el teatro y el Ministerio de Educación y Cultura, cuando existían los centros Mec en los gobiernos anteriores del FA. En el último período hubo trabajos de mediación, ya no dedicados a escolares sino a diferentes grupos de la sociedad civil. A mí me parece que ahí hay que expandirse – ese es el verbo que me gustaría que se usara como distintivo en mi gestión. No solo expandir a nivel territorial sino también en la sociedad civil. El problema es que hay como un divorcio entre la Universidad y las actividades artísticas; entre determinados sectores que tienen posibilidades económicas de pagar la entrada al teatro, pero no lo tienen incorporado, se necesita ir rompiendo esa frontera. Continuar con los planes sociales que existen y son estupendos y profundizarlos, pero también lograr una mayor fidelización de ese público que puede venir y no viene. Por eso me parecen interesantes las experiencias de acercar porque no nos hemos dado cuenta y es un problema de las artes escénicas, al menos en las ciudades de Latinoamérica que más conozco, que a pesar de que han cambiado los hábitos de vida de las poblaciones de ciudades grandes, el teatro no se ha adaptado. Por ejemplo, no hay funciones matinales, casi todo se concentra los mismos días a la misma hora, no hay opciones. Se multiplican los medios de comunicación, pero cada vez es más difícil conseguir comunicación. Esto sucedió en todo el mundo. Por ejemplo, antes de la pandemia yo llegaba a Madrid y compraba la Guía del ocio que era un suplemento de 1 euro que venía con El país y tenías la guía de toda la semana, ahora no.
Bueno, podés ir a internet, pero es hacer un rastreo de las páginas lo que supone ya una voluntad más directa pero no siempre es amigable.
Por eso es importante buscar métodos para que la información se distribuya y llegue a todos, para que ese público que no tiene el hábito de ir al teatro pueda informarse, saber qué puede hacer un fin de semana. Es un desafío que espero poder pensarlo en común con la gente de los teatros independientes, con los actores, armando un movimiento para que la actividad escénica llegue más fácilmente.
El último período, y bajo la dirección de Calderón, La Comedia se caracterizó por una espectacularización de sus obras. Sumamente proyectiva, con llamativos carteles luminosos, esa línea de trabajo, ¿vino para quedarse?
Creo que hay un segmento del público que espera eso, sí. Quiero tener una presencia potente, el mecanismo lo vamos a decidir con las personas que trabajan en difusión, pero sin duda La Comedia tiene la posibilidad de hacer espectáculos de gran potencia, y creo que es importante, en ese sentido, colmar la expectativa de un segmento del público que lo está esperando. Pero no solo eso, también combinarlo con el teatro de experimentación. La comedia ha hecho cosas en esa línea, como “Audiencias” en el 2024, que era para muy pocas personas, hizo “Historias improbables”, en 2008, un trabajo basado en la improvisación, también hicieron un espectáculo callejero que dirigió Fernando Rubio, en el que se abordó el tema del femicidio. Todas esas experiencias espero mantenerlas en mi gestión.
La verdad es que esta nota podría ser más larga de lo esperado, tanta información interesante para abordar con Onaindia me va quedando en el tintero. Hay que ir cerrando y para eso le pregunto sobren lo que se viene para el 2025, ¿cuáles son las primicias?
En primer lugar, quiero que La Comedia tienda un puente con generaciones y para eso mi planteo fue que, al menos una vez por año, tengamos un director o directora que nunca haya dirigido al elenco de La Comedia Nacional. También quiero poner el acento a la dramaturgia hispanoamericana. Especialmente la dramaturgia femenina escrita en Latinoamérica, porque creo que es una deuda, si bien se ha hecho dramaturgia de autoras uruguayas – siempre con déficit, claro- pero será necesario apostar a más dramaturgias de la región y de España. Por eso vamos a montar la obra “Los pálidos”, de una de las autoras más destacadas de la escena española que es Lucía Carballal, estrenada en 2023 en la Sala Valle Inclán. Es interesante porque si bien toca varios temas, uno de ellos se enfoca en una cuestión diferente: el problema de cómo se cambian los mecanismos de la autoría en televisión. La va a dirigir Lucio Hernández y nosotros seremos el primer teatro iberoamericano en estrenarla.
Para el primer segmento del año ya está anunciado y vendido “Dulce pájaro de juventud” de Tennessee Williams, la que tal vez sea una de sus obras de mayor actualidad, con temas que para la época eran inabordables, más allá del tópico del paso del tiempo. Será dirigido por el argentino Alejandro Tantanian, con escenografía y vestuario de Oria Puppo, más la participación especial del actor Enzo Vogrincic.
Este primer título que vamos a trabajar fue armado por la gestión de Gabriel Calderón, a la cual me siento muy unido porque formé parte del consejo artístico.
El tercer título de la temporada va a ser de una autora uruguaya – quería presencia de dramaturgia femenina- que pertenece a la diáspora porque se fue del país en el exilio de sus padres. Se trata de Denise Despeyroux, una de las niñas que volvió en el vuelo de 1983, organizado por el gobierno español, al inicio de la democracia. Sobre ese tema ella escribió “Misericordia”, que se estrenó el año pasado, pero creo que es una pieza que tiene sentido en España y contado por actores españoles. Por lo tanto, decidimos traer su primera obra, con la que logró su consagración en la escena española. Se trata de “Carne viva”, una comedia hilarante que será versionada.
Creo que rescatar una escritora de la diáspora, que no tuvo la posibilidad de escribir en su país por la dictadura, será reivindicar algo de significación histórica.
Me conformo con esas primicias, que anuncian obras tan interesantes que nos llenan de expectativas. Cerramos la entrevista para dar lugar a la invitación. A partir de marzo se abre la temporada 2025 de La Comedia Nacional. Habrá que estar atentos porque las entradas son muy baratas y las salas terminan colmando todas sus localidades, lo que es una gran noticia.
Es cierto que el teatro tiene que repensarse para atraer más afluencia de público, pero también es importante que nos sigamos encontrando en las salas, para apostar por el trabajo de nuestros artistas. Los invito a que este año, sea especialmente un año en el que vivamos el teatro.