Sin dudas una figura emblemática de la historia política y social argentina, como lo es Evita, genera diversos tipos de tensiones a la hora de realizar una representación sobre su vida. En un espacio histórico como el Palacio Unzué se recrean distintos momentos de la vida de Evita, en un entorno íntimo en el que Flora Ferrari con mucha sensibilidad interpreta a un personaje tan mítico como humano, en un relato unipersonal. El mismo va avanzando de forma cronológica, desde su infancia hasta su carrera artística y política. Su juventud, sus sueños, su pasión, su gloria y el dolor de su renuncia. La experiencia entrelaza el relato con imágenes de archivo y auténticos objetos de Evita.
Los archivos históricos, algunos muy presentes en las imágenes recurrentes de la historia argentina, y otro material audiovisual y sonoro con menor divulgación, dialogan de forma permanente con el relato al modo de cuento cercano con el público presente. Pasado y presente se funden en esta experiencia única que nos acerca a un mito desde su perfil más humano.
Con dirección de Martín Alomar, y guion del historiador Francisco Taiana, Evita Experience nos sumerge en un viaje al pasado pero también al presente. En un contexto tan hostil resulta imposible no empatizar con una figura como la de Evita y nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de una nueva figura que encarne los valores de justicia social.
En relación a esto, su director Martin Alomar nos comparte que la obra surgió como encargo de la productora Ana Vaschuk y junto al historiador Francisco Taiana coescribieron el texto. La participación de Taiana fue muy importante en relación a los documentos históricos y el trabajo con archivo realizado durante la puesta. Si bien existe y se puede acceder a imágenes de Eva en su vida pública, hay muy poco material de archivo de su vida privada.
En relación al espacio histórico elegido para la obra, nos comenta que en principio era otro el lugar pensado para realizarla, que por diversos motivos no pudo realizarse allí. El café que funciona dentro de lo que queda del Palacio Unzué resultó ser el más propicio, por un lado porque funciona como cooperativa y realizar una obra allí sobre Evita genera un símbolo de sus ideales puestos en marcha. Por otro lado desde lo histórico es un lugar que por los hechos y la memoria colectiva, se convierte en un espacio mítico en donde Evita dejó su vida terrenal. Y desde la puesta en sí, se eligió el micro cine que es un espacio al estilo caja blanca que no es común para representaciones teatrales pero que funcionó muy bien en el diálogo permanente con las imágenes de archivo.
Sobre el trabajo con 2 actrices distintas, nos comparte, que fue un proceso muy positivo y fructífero ya que ambas con diversos matices, lograron llegar a la Eva íntima, si bien las imágenes que se conocen con sus gestos y tonos de voz son de la Eva pública, desde la investigación y el recorrido de la interpretación, lograron llegar a esa intimidad que se buscó desde la dirección.
Algo a destacar de la concepción de Alomar sobre el teatro en general como un espacio de experimentación y resistencia, resulta ineludible no pensar esta obra como un espacio de resistencia en un momento de nuestro país, marcado por la hostilidad y el desprecio a todo a aquello que no forma parte de un mercado que solo genere dinero.
Evita desde lo más íntimo de su historia personal y pública, se hace presente como símbolo de amor, empatía y justicia social.
FICHA TÉCNICA
Actrices: Rafaela Gamba / Flora Ferrari
Dirección: Martín Alomar
Guión: Francisco Taiana
Ambientación y objetos: Juan Carlos Pallarols
Peinado y pelucas: Fabián Sigona
Maquillaje: Juan Gasparini
Producción, vestuario, escenografía y arte: Charo Sciu y Mica
Edición de videos: Natalia Calvieri
Fotos y video: Lucila Portabales
Diseño gráfico: Alejo Tassara
Prensa: Débora Filc
Redes: Ana Guisado
Producción general: Ana Vaschu