La celebración de Manuela Sáenz

Unipersonal de Cecilia Hopkins

Sinopsis

A orillas del Pacífico, en la casa del pueblo peruano de Paita donde transcurre su exilio, Manuela Sáenz recuerda los años compartidos junto al Libertador Simón Bolívar. 
Entre ironías  bromas y risas, revive su juventud rebelde y decidida en el Quito colonial, condenada por la sociedad y la iglesia de su tiempo. 
Manuela evoca disputas y victorias políticas y, celebrando un encuentro con los fantasmas de su vida, ilumina un presente signado por el olvido y la soledad.

Ficha técnica

Obra de Luis Zúñiga. Unipersonal de Cecilia Hopkins 

Interpretación y puesta en escena: Cecilia Hopkins 
Objetos y espacio escénico: Milena Machado 
Diseño de iluminación: Agustina Piñeiro
Fotos: Julieta Aristegui Tagliabue


Duración: 55 minutos 


CELCIT. Temporada 2023

Notas y críticas

“La celebración de Manuela Sáenz”, Cecilia Hopkins y su magistral interpretación teatral de la amante de Simón Bolívar,

La llamaban la Libertadora del Libertador, porque cuando sus enemigos quisieron atentar contra la vida de Simón Bolívar, en la Bogotá de 1828, Manuela Sáenz logró hacerlo escapar por una ventana. Su nombre completo fue Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru (Quito, 1797, Paita 1856). Si bien su popularidad no es la de una Juana Azurduy, tiene su busto de bronce en una plazoleta del barrio de Puerto Madero. El escritor ecuatoriano Luis Zuñiga primero le dedicó un libro a Manuela Sáenz (editado por Colihue) y luego decidió darle un formato teatral, para contar, parte de la vida de esa mujer, independiente, feminista, amante de Bolívar, que lo acompañó hasta su muerte, aceptando aún sus infidelidades.

Manuela era una mujer valiente, de armas tomar, que no se achicaba, aún en aquellos años, ante la preeminencia de los hombres. José de San Martín le entregó en 1822, la orden de Caballeresa del Sol, por su lucha a favor de la independencia del poder español. Su obra y su vida es de una admirable vastedad, casi una novela épica, y para quién le interese se puede consultar el libro de Zuñiga, o quizás, buscar más datos en la web.

¿Por qué nos ocupa Manuela Sáenz, por qué la redescubrimos? Porque en el Celcit (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral), de Moreno 431 -solo quedan dos funciones, la de hoy y el sábado siguiente-, Cecilia Hopkins creó un espectáculo -como todos los suyos- en los que vuelve a demostrar su enorme talento en la interpretación de un personaje, al que ella hace creíble, palpable, amigable, cercano a la vez.

Docente universitaria, investigadora en antropología teatral (entre otros fue alumna de Eugenio Barba), actriz, directora, dramaturga y periodista, Hopkins se mete en la piel, en el cuerpo de Manuela Sáenz y lo hace con ironía, con sutileza, con la firmeza de una mujer que defendía sus ideas a la par del hombre, y le entregó su amor y admiración a Bolívar. El público “encuentra” a Manuela en su exilio, en Paita, y allí, en esa intimidad cotidiana recuerda hechos de su vida, transmitiendo una serie de vivencias inmersas en lo familiar y en lo épico.

En la soledad de aquellos años, en los que también fue perseguida por sus ideales, Manuela refresca, redescubre secretos en un marco de intimidad, en la que la interpretación de Cecilia Hopkins se convierte en una gramática teatral de gestos, movimientos de una sensorialidad, de una emocionalidad, en la que por instantes no hacen falta las palabras. Un mínimo giro, una sonrisa pícara, tiñen de encanto, de sutileza el espacio y la genialidad actoral de Hopkins da a entender de qué manera ella, en la piel de Manuela Sáenz, amaba y luchaba, callaba, o erguía su pecho en los instantes más arbitrarios, en los que se requería de su valentía única, como mujer, que no pudo ser madre, en los años turbulentos en la que los pueblos se erguían en sus luchas de conquista.

 Hemos visto a Cecilia Hopkins en obras como La recaída, dirigida por Julio Cardozo; en la inigualable Gemma Suns, basada en el cuento de Borges Emma Zunz, El león de la Metro, o en la más lejana Milonga desierta y siempre ha sido redescubrirla en interpretaciones que en sí mismas representan una clase magistral de teatro. Gracias!

Juan Carlos Fontana

Ficha técnica:

La celebración de Manuela Sáenz. ***** Excelente. Autor: Luis Zúñiga. Dirección e interpretación: Cecilia Hopkins. Espacio escénico y objetos: Milena Machado. Asesoramiento de vestuario: Roxana Ciordia. Sala: Celcit, Moreno 431, teléfono 4342.1026. Funciones: sábados 21.30 (por el momento sólo quedan dos funciones. Duración: 55 minutos. Entradas: $3.500.- y $1.500.- se adquieren en la misma sala.

Juan Carlos Fontana. La mirada circular. 04/11/2023


Una pujante celebración nostálgica

En Buenos Aires pude disfrutar de un espectáculo que, en el futuro, me gustaría repetir en Cuba en medio de nuestro público. La celebración de Manuela Sáenz estaba de temporada en la sala del Celcit, el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, en su filial argentina. Allí me enteré de que pronto han de abandonar esa sala ante la imposibilidad de gestionarla por sus actuales costos, aunque continuarán con su labor de formación, difusión y promoción del teatro austral.

El unipersonal lo protagoniza y dirige Cecilia Hopkins. Parte de una obra del narrador y poeta ecuatoriano Luis Zúñiga, autor, en 1991, de la novela histórica Manuela, con ediciones cubanas por el Fondo Editorial de Casa de las Américas y la Casa Editora Abril.

Nos encontramos ante un repaso de la vida de Manuela Sáenz, la adelantada mujer nacida en Quito, de decisivo aporte a la lucha por la independencia americana de inicios del siglo XIX. Militar, oficial condecorada, participante en grandes batallas de esa gesta, compañera de ideales de su amante Simón Bolívar, por quien abandona al esposo legal de un matrimonio arreglado por el padre.

Manuelita se encuentra, al final de su vida, prácticamente desterrada, en el pueblo de Paita, junto al Pacífico peruano.  De manera muy inteligente, la actriz subraya su lejanía y soledad desde las rutinas del quehacer doméstico convertidas en precisas acciones escénicas. En contraste, deja a su verbo la evocación de pasajes claves de su trayectoria, caracterizada por la rebeldía, la sagacidad y el arrojo.

En medio del laboreo cotidiano aparece con fuerza, por supuesto, la figura del Libertador. Manuelita, con su cercanía lícita de amor y veneración, lo ve, y lo trata, más como el hombre Simón Bolívar. Admiración para el guerrero y sus sueños, comprensión para su ingenuidad, odio a quienes lo traicionaron y abandonaron. De ahí los nombres de sus perros: Santander y Páez.

Entre objetos de condición artesanal y un espacio escénico mínimo, creados por Milena Machado, e iluminados por Agustina Piñeiro, Cecilia encuentra la voz de su personaje, se despoja del acento porteño y asume con toda solvencia la norma quiteña. De este modo dota de cercanía y esencialidad el contacto en presente de la historicidad del personaje.

La virtud de la puesta está en el balance y la dosificación con que potencia el retrato de Manuela Sáenz. La acción viaja hacia adentro de la actriz; alumbra con riqueza la escena, desde el profundo conocimiento y práctica del entrenamiento actoral y la dramaturgia de actor, pero sin la menor mímesis de otros referentes en tales caminos.

No es un espectáculo sombrío, pero sí velado por la injusticia, en su tiempo, contra esta gran mujer. Manuelita se ríe y se conmueve, con Cecilia lo hacemos sus espectadores. Ambas se juntan desde una pujante celebración nostálgica.

Omar Valiño. Granma. 02/11/2023


"La celebración de Manuela Sáenz", al encuentro de una heroína latinoamericana

Manuela Sáenz no es un nombre muy conocido en Argentina. Más famosos son los de Juana Azurduy, Mariquita Sánchez o María Remedios del Valle. Eso explica el quiteño Luis Zúñiga en el prefacio de Manuela (Colihue), novela de la que partió para escribir el unipersonal titulado La celebración de Manuela Sáenz. La obra está protagonizada por Cecilia Hopkins y puede verse los sábados a las 21.30 en Celcit (Moreno 431). “A mí siempre me interesó la historia y Manuela Sáenz es uno de los personajes históricos que más me atraen. Al momento de escribir estaba en una encrucijada entre Santa Mariana de Jesús y Manuela, un personaje totalmente distinto”, recuerda el autor.

Hubo una primera fase de investigación en la que utilizó diversas fuentes, leyó varias biografías y accedió a su correspondencia para tratar de entender el contexto histórico de los procesos de independencia latinoamericanos. “Me identifiqué mucho con el personaje pero el dilema era cómo escribir esto”, comenta Zúñiga, quien decidió elaborar un relato basado en la información recolectada pero atravesado por algunos elementos ficcionales en la recreación de esa voz en primera persona. “No quería lanzarme a ficcionar cien por ciento porque había muchos elementos históricos. Lo que me interesaba contar no era tanto su vida sino sus pasiones, sus inquietudes, sus fantasmas, la relación tortuosa que tuvo con Simón Bolívar, las campañas de la independencia, su combate con la sociedad quiteña ultraconservadora”.

Manuela era una mujer de armas tomar. Rebelde, atea y anticlerical en un mundo religioso, de carácter fuerte y temperamento nada sumiso, hija extramatrimonial de dos españoles, Sáenz creció en Quito como una criolla y se crió junto a las hijas de los sirvientes de su familia. “Manuela siempre estuvo atada a Bolívar, siempre se la consideró su amante y en la sociedad quiteña era vista como una libertina. Lo más importante era desarrollar el personaje y reconstruir su historia para saber quién fue Manuela antes de Simón”, subraya. A la hora de encarar la dramaturgia, Zúñiga fue un paso más allá y decidió poner el foco en el mundo interior del personaje para mostrar eso que nadie había explorado en esta mujer aguerrida: su vulnerabilidad. Manuela intervino en la independencia del Perú, hizo espionaje en Lima, conoció a José de San Martín y recibió de sus manos la condecoración de Caballeresa del Sol. A Bolívar lo conoció en 1822: a él no le llamó la atención su belleza sino esa banda que le cruzaba el pecho y la ubicaba como una de las heroínas de la época. Así se inició esta relación que se mantendría durante ocho años, hasta la muerte del prócer.

–La biografía de Manuela está íntimamente asociada a la causa independentista. ¿Qué queda hoy de ese legado en los países de América Latina?

–Creo que son elementos importantes en la historia para reconocer ahora. Hay países que tienen más identidad con América Latina. Argentina –y sobre todo Buenos Aires– tiene una identidad mucho más europea. Para nosotros España fue la colonia y ya se acabó, pero con las migraciones que hubo aquí es más difícil porque hay bisabuelos, abuelos y padres españoles, italianos, alemanes. Es lógico que hayan sentido un apego a lo europeo, una cercanía que les recuerda la familia y la tradición. La forma de ser de los porteños, por ejemplo, es muy italiana: el modo de expresarse, la gestualidad, el tono de voz. Cuando vengo acá me parece que estoy en Milán.

“Estoy tratando de hacer temporadas aquí y allá porque ya estoy jubilado”, cuenta quien vivió un tiempo en Italia y también en Cuba. Pero ¿cómo se le ocurrió a este escritor de narrativa hacer una versión dramática sobre Manuela? El primer impulso llegó después de haber asistido al Festival de Monólogos en La Habana: ahí vio textos de todas partes del mundo y apareció la necesidad de desplegar aún más esa intimidad ya planteada en la novela. “Como no soy dramaturgo fue un gran reto. Comencé a ver mucho teatro, en Cuba hay y muy bueno: Abelardo Estorino era un gran dramaturgo y la actriz Adria Santana era amiga mía. El proyecto lo trabajé con ellos”.

Estorino le recomendó perder la impronta narrativa de la novela; para la dramaturgia necesitaba rastrear el conflicto y desarrollar la acción dramática. Zúñiga halló una respuesta en la esterilidad de Manuela: “En esa época las mujeres tenían como principal mandato ser madres. Ella ocultó ese aspecto de su realidad y lo llevó como un peso. Se sintió relegada de la sociedad por no poder cumplir con eso. Por supuesto que en el unipersonal está el tema político y la vida junto a Bolívar, algo ya desarrollado en otras obras , pero quería recuperar esa fragilidad”. Arístides Vargas y María del Rosario “Charo” Fránces (teatristas fundadores del grupo Malayerba) también hicieron aportes. El proyecto estaba listo y había una idea de triangular puestas en Cuba, Venezuela y Ecuador, pero por cuestiones de financiamiento no pudo concretarse. 

Cuando el autor llegó al país pensó en retomar aquel proyecto pero esta vez con una actriz argentina. Le presentaron a Cecilia Hopkins y él le dio su novela para que pudiera conocer al personaje. Después le acercó el texto dramático y empezaron a ensayar. “Ella hizo sus observaciones como mujer de teatro y artista, fuimos rearmando las cosas y yo le dije que metiera mano para cambiar cosas”. Hopkins no le permitió ver los ensayos porque quería sorprenderlo el día del estreno. “Cuando asistí a la primera función vi a Manuela sobre el escenario. Cecilia es una actriz de primer orden y mejoró mucho la obra: hizo cambios interesantísimos, condensó varias cosas y me permitió ver qué le faltaba al personaje en escena”. Entre las fuentes y referencias a las que recurrieron durante el proceso creativo figuran las cartas escritas por Manuela –textos que de algún modo sintetizan ese temperamento vigoroso– pero también videos de cantantes y políticas quiteñas para reproducir el acento con precisión. La pieza hizo funciones en Jujuy, hoy está en Celcit y al autor le gustaría recorrer otras provincias e incluso otros países de Latinoamérica, con el desafío de presentarla en su país natal.

Laura Gómez. Página 12. 02/11/2023


Algo para recordar...

El escenario es pequeño. Se ven algunas ropas que han sido lavadas, esperando a ser colgadas para secarse al sol. Es una casa ubicada cerca del mar. Allí transcurre sus días Manuela Sáenz, una mujer que necesita verbalizar sus recuerdos de otros tiempos. Para quien no lo sepa, fue la compañera de Simón Bolivar en su recorrido en pos de la independencia de varios países del continente.

El texto pergeñado por Luis Zuñiga no escatima detalles. La ironía y la risa conviven en partes iguales en la narración. Por tal motivo, el oído está atento a todo lo que se dice y su correspondiente significado. Es por demás enriquecedor escuchar cada palabra esbozada por Manuela. La manera en que viaja en el tiempo, cortesía de sus recuerdos, es atrapante. Sus intervenciones dan cuenta de lo que fue su vida en plena campaña en plena lucha contra el yugo español. Allí es donde Manuela relata las diversas aventuras y vicisitudes vividas junto al Libertador.

Los deseos de Bolivar y Manuela de construir una Patria Grande y soberana se cruzan con el recelo de quienes ven en ella, una amenaza. Tanto la iglesia como la sociedad de la época miran con desconfianza a quienes buscan salir del agujero interior del dominio foráneo. Ni hablar si rompe con la crianza/conducta imperante en la época. Por consiguiente, el linkeo con la coyuntura actual es inevitable. Mujer de armas tomar, se enfrenta contra una sociedad que le teme y la condena.

Los detalles son importantes. Se acentúan, por ejemplo, en la exacta cantidad de objetos que forman parte de la escena o los 55 minutos de precisa duración. Rememorar lo ocurrido con la distancia temporal y geográfica para realizar un análisis sobre lo acontecido. Un casamiento que hubiese conformado a más de una pero no a su espíritu volcánico, la aparición de nombres como el mencionado Bolivar, el general Sucre o el mismísimo José de San Martin, enaltecen hechos que son tan comunes en simples mortales y aún más, en los próceres de la Historia. Bajarlos al barro de la humanidad, con virtudes y errores, lejos del bronce en que se los quiere encorsetar.

Las lealtades y las traiciones, las alegrías y las tristezas, se hacen carne en la cautivante actuación de Cecilia Hopkins. Tal como ya lo había hecho en “La memoria de Federico“, combina la delicadeza de sus movimientos con la contundencia de sus ideas. Una mujer que sabía lo que quería. Mix exacto de rebeldía y decisión, a caballo de su juventud, encara su vida de lucha por sus ideales junto a Bolivar. La sociedad de ese tiempo no estaba preparada para recibir semejante dosis de carácter, sensibilidad e inteligencia. ¿Lo está ahora?

De alto valor poético, “La celebración de Manuela Saenz” hace honor a su nombre al rendir tributo a una mujer que se adelantó a su tiempo. Una puesta de calidad que mantiene el axioma del “menos es más” es la puerta de entrada a una experiencia teatral absolutamente disfrutable y personal

Daniel Gaguine. El caleidoscopio de Lucy. 20/10/2023


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