Idea y dirección Teresa Duggan. Compañía Duggandanza. Del 16 de octubre al 17 de noviembre de 2021 y del 27 de febrero al 20 de marzo de 2022
Metáfora de la pandemia
Lo desconocido se presenta, el tiempo se contrae y se expande sin lógica, lo inesperado anida en la columna vertebral e irradia desasosiego. El frío se instala en el cuerpo, confina los deseos, la vida se seca. Algunas sombras merodean la casa.
El gran invierno deja una veta helada. Una marca inasible.
Las bailarinas danzan las huellas que les dejó el aislamiento, con movimientos lentos, densos, abruptos como recién aprendidos.
Danzan encerradas en mundos imaginados. Son: agua, tierra, fuego y aire.
Las cuatro direcciones y los cuatro vientos las reúnen en un mismo paisaje y tejen con los hilos de vida, la trama del aquí y ahora.
Idea y dirección Teresa Duggan
Compañía Duggandanza
Bailarinas intérpretes: María Laura Garcia, Maiuko Ohno, Laura Spagnolo, Agostina Sturla.
Música original: Gingo Ohno
Vestuario: Nam Tanoshii
Asistentes: Elisa Gaona, Maria Paz Giribone
Coreografía: Teresa Duggan
Del 16 de octubre al 17 de noviembre de 2021
Del 27 de febrero al 20 de marzo de 2022
CELCIT. Temporada 2021-2022
Reconocimiento de nuestro interior en intensa obra de Teresa Duggan
Como “metáfora de la pandemia” subtituló Teresa Duggan a su trabajo sobre ese período que, cual largo ostracismo, detuvo –y en algunos casos aún lo hace- la actividad mundial. Puede no ser un tema original, pero sí lo es la poética elegida por Duggan para encararlo.
El gran invierno es una obra densa, profunda, atmosférica, desarrollada en el tiempo de los sueños. Traductora de la incertidumbre y angustia del momento que relata, la coreógrafa despliega su impronta personal, llena de matices y sugestión. Cada escena está colmada de información que el espectador decodificará según sus propias vivencias: dos bailarinas-crisálidas no terminan de asomar de sus capullos, en una suerte de eterno retorno, donde las ramas secas, restos de un paisaje lejano, aluden a ese invierno sin fin; hojas de papel, que imaginamos almanaques, o cartas, o poemas, ordenadas meticulosamente para luego arrojarlas por el aire y volverlas a ordenar; piñas que también son usadas en un juego de orden y desorden; colores y texturas que se entrecruzan en un universo de imágenes bellísimas y atemporales.
Todas las viñetas son delicadas miniaturas que remiten a ese limbo temporal, ese tiempo detenido y circular, donde los sentimientos más diversos nutrieron el interior de cada uno. Musicalmente, la elección del lenguaje sonoro de Gingo Ohno acierta con los climas de los cuatro fragmentos.
Las cuatro bailarinas responden inmejorablemente a los lineamientos dados por Duggan, cada una con una personalidad diferente. La particular disposición de la sala del CELCIT brinda un inmejorable marco para esta intensa obra, que invita a explorar nuestro propio interior.
"La obra nació de una necesidad de exorcizar la cuarentena/pandemia", dice Teresa Duggan, creadora y directora de El gran invierno, “las huellas de ese encierro habían quedado en mi cuerpo. Necesitaba volver a escena, mi mundo creativo se había puesto en pausa”.
El gran invierno es una metáfora de la pandemia ocurrida durante el año 2020 y parte del 2021. Las cuatro bailarinas que protagonizan la obra transmiten las distintas emociones que todos, o casi todos, sentimos durante el encierro.
Cada bailarina representa, en parte, los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire. Los movimientos absolutamente cautivadores provocan un efecto hipnótico. La destreza que manejan se disfruta con la vista pero, también, con el oído, porque la respiración va cambiando a medida que avanza cada acto, acompañada de la sugestiva música de Gingo Ohno.
El escenario apenas iluminado carece de escenografía. Las protagonistas interactúan con elementos tales como ramas, telas, plumas, papeles, entre otros, bailan con ellos, los hacen parte de la coreografía.
El vestuario es increíble, cada prenda genera una interpretación distinta por parte del espectador, incluso en el mismo momento su significado cambia, de acuerdo a los movimientos y la música.
Sin duda fue un gran desafío para los artistas crear (belleza) en medio del caos. En un momento lleno de incertidumbre, donde el tiempo parecía haberse detenido, el deseo de sacar(se) las sombras del cuerpo resultó más fuerte.
"Cuando empezamos con los ensayos, por mucho tiempo, ninguna (de las bailarinas) había visto la escena de la otra, fue muy raro crear así, cada cuadro es como un haiku". Teresa Duggan
El gran invierno es una obra que logra transformar en poesía uno de los momentos más extraordinarios que nos tocó vivir a nivel mundial. Las cuatro mujeres bailan sobre las huellas que dejó un tiempo ilógico, convirtiendo la oscuridad en algo bello y esperanzador.
Como dice Duggan, el ciclo de la naturaleza fue lo único que no se modificó durante el encierro, y junto a las clases virtuales que dio durante la cuarentena en su taller Crear / Crear, fue su mayor inspiración.
El gran invierno no es una obra, es una expresión, un exorcismo. Ahora siento que estoy liberada, lista para realizar La gran primavera. Teresa Duggan.
Y siguiendo esta idea de la directora, podemos pensar que una función de teatro, de danza, no va a cambiar al mundo, pero quizás nos cambie un poco a nosotros. La obra El gran invierno moviliza, y todo movimiento es cambio. Luego de tanta quietud, bienvenida sea la aventura de sumergirse en ella.
Muy recomendada.
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