De Mario Levrero. Adaptación y dirección: Irina Alonso. 23 de febrero al 27 de abril
"Las cosas siempre son símbolos de otras cosas, la realidad transcurre en un plano por completo inabordable para nuestras pobres facultades"
(Mario Levrero, “Los Muertos”)
Un grupo de operarios acomoda cajas en un depósito. Uno de ellos empieza a contarles a sus compañeros algo que le pasó recientemente: estaba en la casa de sus tías, en la que vive, cuando escuchó un disparo. De ahí en más inicia un derrotero a través del cual recupera sueños y recuerdos olvidados y encuentra una serie de personajes: así se irá derivando de una historia en otra, alejándose cada vez más de su objetivo inicial.
Los otros operarios escuchan el relato y juegan a armar los espacios que él describe, pero pronto se irán transformando en los personajes de esa historia, hasta ser completamente absorbidos dentro ese universo..
Los Muertos es una obra con paquetes, muertos, sueños, cajas, amantes, tías, recuerdos, museos y transeúntes; un relato que se abre siempre en dos: el presente y el pasado, lo real y lo imaginado, la “cosa” y la representación.
Y además es una historia adentro de otra historia. Como un juego de cajas chinas, adentro de un universo siempre se encuentra uno nuevo.
de Mario Levrero
Adaptación y dirección: Irina Alonso
Con Martín Bobet, Fernando Carón, Facundo Giménez, Juan Trillini
Escenografía: Vanessa Giraldo
Vestuario: Emilia Tambutti
Iluminación: Lucas Orchessi
Asistencia artística: Micaela Mantiñan
Duración: 60 minutos
CELCIT. Temporada 2018 - 2019
LOS MUERTOS, DE MARIO LEVRERO, EN VERSIÓN DE IRINA ALONSO, SENCILLAMENTE IMPERDIBLE
La talentosa Irina Alonso pergeñó y dirigió su adaptación de "Los muertos", un relato de Mario Levrero, que con un cuarteto de excelentes actores logra momentos de verdadero teatro en la sala del Celcit.
El original del recordado escritor oriental trae reminiscencias de "Historia de un loco", de Nicolai Gógol, pero se diferencia porque no es la locura lo que está en juego sino la imaginación, los sueños y por supuesto una fragorosa angustia rioplatense.
El protagonista (Fernando Carón) trabaja -según la versión de Alonso- en una alienante tarea fabril en la que él y sus compañeros deben manipular casi sin sentido numerosas cajas de cartón, que en los primeros tramos funcionan como elementos escenográficos y van desapareciendo a medida que la trama avanza.
No sólo de Gógol se nutre Levrero -que firmaba como Jorge Varlotta cuando oficiaba de historietista-, también está allí su coterráneo Felisberto Hernández, un escritor que interesó e influyó a Cortázar, y quizás una nube de rioplatenses y parisinos que jugaron con el nonsense con dispares intenciones.
La cosa es que el hombre sufre una ensoñación y a partir de ella narra a sus compañeros (Martín Bobet, Facundo Giménez y Juan Trillini) un cruento episodio ocurrido en casa de sus tías, donde él vive, en el que un extranjero innominado se pega un tiro y queda expuesto en el piso familiar.
Pero el protagonista no se conforma con ese muerto sino que por alguna razón registra otro difunto tendido junto al primero, acaso fantasmal y fruto de su imaginación, pero que permanecerá en el relato como elemento de horror y angustia para el que narra.
El asunto se desarrolla en épocas pretéritas y el hombre se ve en figurillas para llamar a la policía y denunciar esa desgracia, que además las tías desconocen, porque todo sucede en un fin de semana con almacenes y bares cerrados -frustradas maneras de hablar por teléfono- y esa circunstancia se mezcla con otras de una vida cotidiana gris y laberíntica.
Como las tías desconocen la presencia de ese o esos cadáveres en la vivienda y el resto de los personajes están incapacitados de comprender las vivencias del hombre, sólo le queda describir en detalle esa especie de viaje onírico que le tocó en suerte.
Hay mucha angustia y al mismo tiempo mucho humor en lo que se ve en el escenario, donde Alonso añade diálogos naturalistas para esos jornaleros que poco a poco atravesarán el espejo planteado por el protagonista y entrarán resueltamente en el delirio.
Para ello cuenta con un formidable grupo de actores capaces de asumir distintos personajes y aun travestirse sin caer en los amaneramientos habituales, y ella misma demuestra una creatividad desbordante, con auténticos momentos teatrales: la aparición, fantasmal y carnavalesca, de un grupo de mujeres que atraviesan velozmente la escena es uno de los momentos más creativos de la temporada; así como está escrito.
Esta interesante fantasía teatral imaginada por Mario Levrero cuya trama se enmarca en una historia dentro de otra, esta llena de metáforas y simbolismos y que en el transcurso de la misma va tomando carriles diversos en cuanto a lo que de ella vamos conociendo y en los traumas internos de quien nos la da a conocer.
La temática gira en torno a cuatro operarios que están cumpliendo con total normalidad sus trabajos conjuntos, cuando uno de ellos, tras un breve desmayo,comienza a contar una extraña circunstancia por él vivida como es la muerte de una o dos personas aparentemente suicidadas, y que el desconocía de su existencia en el ámbito donde él se desenvolvía, y que no le eran familiar.
Tal inesperado acontecimiento le produjo dificultades que no supo como resolver. Sus balbuceos,vaivenes e inconsistencias van aflorando y con ellos los sueños,los recuerdos y las frustraciones de su vida solitaria e inestable en un ámbito sombrío con familiares aferrados a avejentadas costumbres y vivencias.
El inconsistente relato se va abriendo entrelazando el pasado con el actual y con el deambular de las situaciones que se le fueron presentando. Sus compañeros, absortos por el relato que están escuchando, lo vivencian de distinta manera.
Una sutil indagación a los sentimientos y reacciones humanas, a sus conflictos e inconsistencias y miedos en la toma de decisiones, reacciones que día a día se hacen mas difíciles de efectivizar y que no siempre las resolvemos, lo que de alguna forma, seria sacar a la luz nuestras resistencias. Respecto a la obra su autor dijo: “Las cosas siempre son símbolos de otras cosas, la realidad transcurre en un plano por completo inabordable para nuestras pobres facultades” Y aquí lo antedicho es palpable.
Magnificas actuaciones de Martín Bobet,Fernando Carron,Facundo Gimenez y Juan Trillini en los distintos papeles que deben interpretar, como así también todos los aspectos técnicos mucho de ello o todo se debe a la sutil y precisa dirección y adaptación de la misma de la ya reconocida y valorada directora Irina Alonso, quien con la sensible mirada femenina logro dotar al espectáculo del ritmo y los climas adecuados sin caer en las exageraciones que el texto podría incitar .
con Teresita Galimany
12 de junio al 31 de julio
Miércoles de 19 a 21
con Ana Melo (Venezuela)
20 de febrero al 10 de abril
Jueves de 15 a 17
con María Svartzman
6 de mayo al 25 de noviembre
Lunes de 18:30 a 21