Re escritura: Ivana Catanese. Dirección: Kameron Steele. 9 y 10 de febrero.
AOI, el gualicho de la malvarrosa nos sumerge en las fauces de una clínica dedicada a la investigación de la psique humana. Seres que sufren de una profunda soledad existencial y solo vibran con los fantasmas de su pasado.
Cuando Juan ingresa a los cuidados intensivos de la clínica donde su esposa Anna está sometida a tratamiento experimental por sus ataques de histeria, poco sospecha de que la causa de su sufrimiento es provocado por el fantasma de su ex amante buscando venganza. Un triángulo amoroso es el punto de partida de AOI! el gualicho de la malvarrosa.
Para materializar esta historia en escena, Steele trabajó, durante dos meses, con un grupo ecléctico de actores y actrices realizando un intenso entrenamiento que conjuga contenidos del método Suzuki, técnicas psicofísicas de Yoga, danzas étnicas y diversas técnicas vocales.
Creando a una puesta en escena comprometida con el cuerpo y la ficción, con tintes de neo realismo mágico en la cual un aparentemente inofensivo pabellón de pacientes hospitalizados de repente puede transformarse en un territorio sobrenatural. Steele resignificó, además, la música en vivo, mediante un diseño de sonido creado por el compositor belga Marc Appart.
AOI! El gualicho de la malvarrosa puede observarse un trabajo lingüístico (en la re-escritura y re significado del texto original); coreográfico (en el intenso diálogo físico entre intérpretes); visual (a partir de la creación de un estética, que yuxtapone el naturalismo shingeki con una mirada neo-expresionista); musical y política (a través de la crítica punzante al sistema de salud).
Compañía alaSur
AlaSur, ex The South Wing, fue creada en Nueva York en el año 2000 por Ivana Catanese y Kameron Steele. Desde entonces la compañía se ha presentado en distintos teatros y festivales en Nueva York, México, España, Bélgica, Francia, Japón y Argentina.
Algunas de sus obras más destacadas son: Hanjo, Death in Vacant Lot, Epona’s Labyrinth, Las Bacantes, Lost Lesson, Quietud, Me Pegan las Luces, Blood Wedding y La Opera de los Tres Mangos, entre otras. AOI! fue comisionada por la Japan Society para el NOH Now Festival, para luego presentarse en HERE Arts Center, Prelude Festival y el undergroundzero festival en PS122, todas en la ciudad de Nueva York.
Cada año la compañía brinda seminarios de entrenamiento actoral y dirección a nivel nacional e internacional en universidades y espacios culturales. Los entrenamientos son basados en el método suzuki, trabajo de voz y resonadores de Meredith Monk, hatha yoga, danza del aire y trabajo de composición.
Kameron Steele hace años que visita la provincia de Mendoza, sembrando parte de su impronta teatral como director y pedagogo.
Re escritura: Ivana Catanese -inspirada en Aoi no Ue de Yukio Mishima-
Con Celeste Alvarez, Valentina Aparicio, Oriana Bono, Constanza Lucero, Isadora McWha, Francisco Molina, Neftalí Villalba
Música original: Marc Appart
Diseño de iluminación: Romina Moyano
Diseño de escenografía: Mariano Márquez
Diseño de vestuario: Ardith Ibañez
Realización de escenografía: Fernando Grajales
Co producción: alaSur, Teatro Independencia, INT
Fotografía: Pablo Betancourt, Elizabeth Carretti
Dirección técnica: Romina Moyano
Dirección: Kameron Steele
Duración: 64 minutos
Este espectáculo es una co-producción del Teatro Independencia y del INT y fue ganadora del Festival de Estrenos 2017 en mejor música original, mejor actriz protagónica, mejor actriz de reparto, mejor texto adaptado, mejor director y mejor obra.
CELCIT. Temporada 2019
El estadounidense Kameron Steele presenta el espectáculo AOI!
El director y entrenador de actores, junto a su compañía AlaSur, mostrará su último trabajo escénico, basado en La princesa Aoi, obra del japonés Yukio Mishima, a su vez versión de textos tradicionales anteriores al S.XV.
El director y entrenador de actores estadounidense Kameron Steele, junto a su compañía AlaSur, con base en la ciudad de Mendoza, presentará AOI! El gualicho de la malvarrosa, su último trabajo, basado en La princesa Aoi obra del japonés Yukio Mishima, a su vez versión de textos tradicionales anteriores al S.XV. Las funciones tendrán lugar este sábado y domingo en el Celcit, de Moreno al 400, lugar donde Steele suele brindar seminarios de la técnica de entrenamiento del maestro Tadashi Suzuki.
El espectáculo es, según explica el director en la entrevista con Página/12, una “torsión” del material original que, en resumidas cuentas es un drama desencadenado por los celos y el deseo de posesión de una mujer que se venga de un ex amante ocasionando mediante un hechizo la enfermedad terminal de su esposa. También ambientada en la sala de un hospital, poblada de imágenes y sonidos que aluden a los pensamientos y anhelos de los protagonistas, el espectáculo promete impacto visual y rigor formal. Actúan Celeste Alvarez, Valentina Aparicio, Oriana Bono, Contanza Lucero, Isadora McWha y Francisco Molina
La versión del texto de Mishima realizada por Ivana Cartanese contiene citas a Borges, Cocteau y Bergman, además de contar con elementos de tragedia y de suspenso. De acuerdo con lo que plantea el director, el montaje se ofrece a modo de reflexión abierta sobre temas ligados a los aspectos más siniestros de las investigaciones en el campo de la medicina. Y según agrega Steele, AOI!...también expone “una crítica a la revolución informática y a la cosificación del individuo en el seno de la pareja, la familia y la sociedad en su conjunto”. No obstante, advierte que hay momentos de humor y de ternura, estos últimos a cargo de las dos niñas que revistan en el elenco.
Segùn analiza el director, la obra propone imágenes que aluden “a un mundo donde el consumo y el mercantilismo manejan los deseos de todos”. Formado junto al propio Suzuki, más tarde actor de Bob Wilson (actuó en Persephone , obra que se vio en 1999 durante el II FIBA) y director de teatro de experimentación y también de títulos comerciales, Steele define: “Para mí el teatro no puede ser solamente un divertimento sino una forma de aportar perspectivas nuevas que estimulen al espectador”. El director señala que comenzó a interesarse en la obra de Mishima desde que, años atrás vio en Japón La mujer del abanico, versión de Hanjo, del mismo autor, dirigida por Mónica Viñao, pionera del método Suzuki en el país.
El elenco está formado, no podía ser de otro modo, en la técnica Suzuki, “una forma de entrenamiento que es muy exigente a nivel físico y vocal y que requiere una gran concentración colectiva”. Steele difunde esta metodología, según subraya, “para que el actor afine su instrumento y recupere su energía animal para entrar en un estado de concentración fuera de lo cotidiano”. Y concluye afirmando que “para construir una ficción que capte la atención de los espectadores un actor no puede ser ni natural ni relajado sino que, por el contrario, debe estar en estado de guerra, como si se le fuese la vida en su actuación”,
Se estrenó lo nuevo del estadounidense Kameron Steele a sala llena y estuvimos ahí contarte una vez más que en Mendoza el teatro se vive con ganas. “AOI! El gualicho de la malvarrosa” pasó este fin de semana con dos funciones que colmaron el Teatro Independencia e inquietaron al público con una propuesta delirante de teatro físico.
En la cola del teatro las hijas chiquitas del director repartían vasitos con “tic tac” como si fueran pastillas del neuropsiquiátrico al cual estábamos por entrar. El ambiente estuvo tenso desde el minuto uno y casi no pestañeamos en toda la obra para no perdernos un solo movimiento. Un relato perturbador se tejió arriba del escenario lleno de destreza física y poesía de la más rica.
Un grupo de dementes van desplegando sus delirios mientras la historia central versa sobre Ana, una interna que padece de ataques de histeria con un motivo que se revelará recién al final de la obra y Juan, su esposo que va a visitarla a terapia intensiva y se encuentra con una serie de personajes insólitos, padeciendo él mismo de una especie de esquizofrenia que plasma con recursos cinematográficos y un toque de humor.
La obra prometía suspenso y humor y cumplió. Existencialista en sí misma, habla de la soledad del ser, las obsesiones, los complejos sexuales, las limitaciones que el mismo ser humano se ha puesto y de las cuales es difícil escapar y la afectada psiquis de una serie de personas aturdidas por la vida a punto tal de sacar lo más irracional de sí mismas.
Inspirada en el relato de Yukio Mishima y re escrita por Ivana Catanese, la obra cuenta con dos recursos a destacar que juntos lograron que explote esta propuesta atípica. Por un lado, el guion que se pasa de poético, filosófico y absurdo, logra ser de esas obras que a les muchamerdianes nos gustaría que estén subtituladas para no perdernos una sola palabra en por el rico juego del lenguaje que usa. Y por otro la destreza física que maneja cada uno de los personajes. Buscamos los hilos de tanza pero no los encontramos, se movían solos y la locura de sus cabezas les permitía mostrar movimientos electrónicos como si fueran máquinas sumidas en este mundo de pantallas.
El gualicho lo van construyendo con el cuerpo y las palabras afirmando el hecho de que el teatro está cambiando, los paradigmas se rompen, la experimentación tiene lugar hasta en la sala más clásica y convencional de la provincia, entre un público quizás desacostumbrado a este tipo de propuestas pero que cuando llegan las sabe valorar.
Constanza Lucero en el cuerpo de la enfermera y Valentina Luz Aparicio representando a Ana se destacan como actrices completas que dejan el alma en la construcción del relato sobrenatural que nos ofrece “AOI! El gualicho de la malvarrosa”.
El mensaje del cuerpo es tal, que quizás sea una obra para un espacio más íntimo, donde el público pueda ver con claridad la expresión de ese rostro que lo dice todo sobe la locura humana. Si te la cruzás, no te la pierdas.
Con un poderoso texto y una propuesta estética arriesgada, la obra de Ivana Catanese subió dos noches al escenario del Independencia.
“AOI! El gualicho de la malvarrosa” es de esas obras que nos pueden dejar shockeados en la butaca. De esas que nos obligan, una vez que se apagan las luces, a guardar un silencio reflexivo en lugar de aplaudir al instante. Ese aplauso sería, en este caso, muy merecido, porque el despliegue actoral y técnico sacude.
Esta inteligente reescritura de “Aoi no Ue”, de Yukio Mishima, hecha por la mendocina Ivana Catanese, se vio el jueves y anoche en el Teatro Independencia. Con dirección de su esposo, Kameron Steele, esta obra lleva ya diez años recorriendo diferentes salas del mundo, aunque en este caso el elenco fue íntegramente local: todos ellos ensayaron seis intensas semanas bajo el método de entrenamiento Suzuki, del que Steele y Catanese son buenos exponentes; todos, además, se desempeñaron muy bien en la difícil tarea, de intensa preparación física y lingüística.
La trama está centrada en un triángulo amoroso-sobrenatural: Anna (Valentina Luz Aparicio) está en un hospital, sometida a un tratamiento experimental por sus ataques de histeria; la tensión aumenta cuando empezamos a ver que no es la “histeria” su problema, sino el fantasma de la señora Brenan (una estilizada e impactante Celeste Álvarez), quien fuera ex-amante del esposo de Anna, Juan (Mauro Winckler). Ella quiere venganza, y la vemos ir y venir junto a un incrédulo Juan y una sedada (amortajada) Anna, en medio de una realidad trizada donde intervienen una enigmática enfermera (Constanza Lucero), un enfermo perdido (Mau Funes), flashes oníricos como una mujer embarazada (María Luz Cano) y un coro (Gabriela Contreras, Nadya Luz Kotlik, Matías Lucero y Santiago Silva).
El suspenso gobierna toda la obra, desde el monólogo inicial, fragmentos de un sueño, hasta las poderosas dos últimas escenas. Y aún en las partes donde se filtra el humor (un punto de fuga necesario entre tal densidad visual y verbal, creemos), no se rompe la atmósfera inquietante, que pasa de secuencias coreográficas de trabajo físico extremo, eufóricas, a paréntesis de ensoñación y silencio sepulcral. La luz diseñada por Steele y Ayumu “Poe” Saegusa y la música perturbadora que Marc Appart creó electrónicamente, refuerzan perfectamente la acción.
Y el mérito mayor de esta obra quizás sea el hecho de que pese a ser un montaje experimental, incluso arriesgado, no resulta críptico para el espectador: el visitante curioso puede llevarse una experiencia estética poco frecuente y entender globalmente la obra. El experto, por otra parte, se va sorprendido por el trabajo corporal de los actores, por la palabra pensada y afilada que llega desde Mishima, por la crítica a la ciencia médica. Verá luces, noches, fractales, y agradecerá los guiños que incorporó Catanese al texto original: Borges, Ingmar Bergman, Tarantino…
Calificación: Muy buena
Una obra perturbadora se pone en escena a través de un teatro físico que explora lo sobrenatural. Un trabajo de Ivana Catanese y el estadounidense Kameron Steele.
Durante las dos noches, el público acompañó con una importante asistencia a la sala. Sobre todo, aquellas personas interesadas en apreciar otro tipo de teatralidad. Una que busca romper con los convencionalismos en escena desde el trabajo minucioso con el cuerpo. Una experiencia física y espiritual desde el llamado método Suzuki, entrenamiento actoral japonés que Steele trabaja desde la década del 90, y que imparte en varias partes del mundo.
Desde esta perspectiva es que la obra se presenta al público para contar una historia en donde la realidad y lo sobrenatural se entremezclan en el entorno de un hospital.
El relato es una reescritura de Catanese inspirada en Aio no Ue. del novelista y dramaturgo japonés, Yukio Mishima, y tiene a tres protagonistas fundamentales: Anna, una mujer internada en cuidados intensivos por ataques de histeria, su marido Juan que vela por su salud, y la Sra. Brenan una ex amante de Juan que aparece para hacer recaer sobre la mujer una maldición que tiene a las Malvarrosas como pócima.
Es entre ellos tres que se desata una contienda de amor y venganza, fantasmas del pasado y temores existenciales. La clínica es el escenario frío y tenebroso que le sirve a la obra para desatar las alucinaciones más dramáticas de los personajes intervinientes, y además, hacer una crítica al sistema de salud.
En este sentido, es el trabajo de los actores el que se lleva todas las miradas y todos los aplausos. El desempeño corporal es admirable. Cada uno de los integrantes del elenco (son 10 en escena) están en un aquí y ahora sorprendente, en el que maniobran el texto y lo físico con un realismo mágico muy interesante de ver. Se destacan la actriz, Celeste Álvarez, Valentina Luz Aparicio en el papel de la convaleciente, Mauro Winckler y Constanza Lucer en el rol de la enfermera.
Ahora bien, la obra busca inscribirse dentro del género del suspenso y aquí no sale tan bien parada. No hay un ritmo sostenido que lo justifique, ni se generan los climas necesarios para generar intriga en la historia que se cuenta. Dentro de este cuadro de situación la puesta sólo alcanza a recrear momentos perturbadores. En concordancia, el trabajo de luces y la ambientación escenográfica corren a favor de la intención propuesta.
Con "AIO! el gualicho de la Malvarrosa", Mendoza pudo darse la posibilidad de mirar una experiencia distinta dentro de la escena del teatro local a partir del trabajo de grandes investigadores del lenguaje actoral como son Catanese y Steele. Desde este punto de vista la obra brilla y se destaca. Nos hace salir de la comodidad del sillón para pensarnos diferentes, como bien dice una de las actrices en la trama.
Sin embargo, en términos de sensaciones finales y desarrollo de la dramaturgia, a la puesta le falta una vuelta de rosca para convencer. Los miedos de la existencia humana se ponen en debate, y en este juego representado, la historia parece quedar atrapada en muy buenas intenciones pero que, al fin y al cabo, no logran potenciar o transmitir los múltiples sentidos de este fantástico relato oriental.
Cada cual, como espectador, tomará la parte de la experiencia que lo haya movilizado o enriquecido. Aquí, de seguro, habrá siempre opiniones encontradas. Es la parte más jugosa de salirse del camino de lo "esperable". Y esta creación teatral, claramente, tiene mucho de incómoda. En hora buena.
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