Dramaturgia Mercedes Rein, Jorge Curi. Dirección: Enrique Cabaud. 22 de abril al 21 de octubre
El gaucho Miseria recibe tres deseos del mismísimo Jesús. Su picardía en la elección le permite transitar una aventura en la que pone a prueba a sus amigos, a su hermana, a los políticos de su pueblo y hasta al propio Diablo.
Con mucho humor nos cuenta la felicidad que puede causar demorar la tarea de la muerte y el caos que se produciría si finalmente esto fuera posible.
Un transito por la amistad, la nobleza, el valor de la palabra, los engaños y la corrupción. Nunca hay que abusarse de un poder, porque el que lo hace, tarde o temprano, lo paga.
Dramaturgia: Mercedes Rein, Jorge Curi
Con Enrique Cabaud, Luciana Cervera Novo, Leandro Coccaro, Sebastian Giuliani, Pablo Goldberg, Leonardo Porfiri, Miguel Trotta
Escenografía: Magdalena de la Torre
Vestuario: Pablo Juan
Musica: Horacio Corral
Iluminación: Soledad Ianni
Maquillaje: Mora Burset
Máscaras: Alfredo Iriarte
Asistente: Emilce Karl
Supervisión: Roman Caracciolo
Dirección: Enrique Cabaud
Duración: 65 minutos
Horacio Ingrassia, fallecido prematuramente, formó parte del elenco hasta el 12 de agosto.
CELCIT. Temporada 2018
En el Teatro Celcit, espacio consagrado a la difusión de espectáculos argentinos y latinoamericanos se ofrece El herrero y la muerte, de Mercedes Rein y Jorge Curi, bajo la dirección de Enrique Cabaud.
En esta lectura renovada de un tema popular ligado al folklore, la fábula transita en varios planos: el mito (la presencia activa de representantes del Cielo y el Infierno; la muerte burlada), la creación de un héroe/antihéroe masculino construido – y aquí utilizo las ideas de Bernardo Canal Feijóo- sobre el molde folklórico del Hombre-que-se-Pierde emerge la contracara simétrica del Molde Folklórico del Hombre-que–se Salva, pero en este caso, por una sabiduría, astucia e ingenuidad (sólo aparente) meramente humanas.
La puesta de Cabaud transmite fielmente uno de los puros antecedentes de nuestro patrimonio cultural. El citado Canal Feijóo calificaba al folklore como un “bien cultural del pueblo” que “encierra una promoción de lo popular” y no solamente como “elaboración anónima”.
Lo sugestivo de la puesta es el modo en el que el director maneja los elementos propios de la narración y de la representación en las diferentes secuencias. No hay una voz narrativa, sino varias: individuales (encarnadas en varios personajes, incluido el protagonista) y colectivas (la canción en off). Precisamente ese multiplicidad de voces es la que ejemplifica la esencia de la transmisión oral, a veces anónima, en ocasiones recogida y reelaborada en narraciones, poesía o, como en este caso en un texto teatral y que resulta enriquecida con cada una de las transformaciones que sufre.
La participación de Román Caracciolo como supervisor de dirección es más que pertinente. Recordemos su trayectoria como integrante de Los volatineros y su actuación en dos de los más logrados ejemplos de los alcances de la poética popular: en 1988 en El Herrero y el Diablo, de Juan Carlos Gené, en el papel del Gobernador, y en 1989 en Los casos de Juan, de Bernardo Canal Feijóo, en los roles de El Tigre, El Patrón, Un Toro y un Ave. También es acertada la composición de todo el equipo técnico cuyo aporte le permite al director incorporar distintos códigos escénicos propios de la comedia del arte el circo el sainete, y el teatro regional. Las máscaras creadas por Horacio Corral contribuyen tanto a ocultar como a revelar (“Yo puedo proponer desde la actuación y entender lo que la máscara opera en el que la lleva. Generalmente crees que te oculta pero por eso revela lo que no aparecería a cara descubierta”), la interrelación entre pasado y presente e individuo y comunidad (“Me gusta no perder la tradición y aggiornarla al mismo tiempo”), de acuerdo a lo que propone la obra (“Encontrar las imágenes de lo que en el director es una idea es otro desafío”).
El vestuario de Pablo Juan y el maquillaje de Mora Burset coinciden en el objetivo de subrayar junto con la máscara un elemento lúdico que organiza un juego de mostración y ocultamiento y conforman un lenguaje visual articulado sobre la base de diversos factores psicológicos, culturales y de género (por ejemplo, el comendador y miseria, la muerte y la Peraltona, respectivamente). La iluminación de Soledad Ianni abre el campo de connotaciones que ofrece la contundente escenografía de Magdalena de la Torre y produce aquellos efectos que intensifican las diferencias entre el las acciones humanas y las sobrenaturales. Junto con la música de Horacio Corral marca pautas rítmicas y narrativas que contribuyen al progreso de la acción.
Precisamente el ritmo impuesto al desplazamiento de los actores dinamiza un texto regocijante cuya simplicidad convive con la profundidad que la moraleja implícita conlleva. Y los actores afrontaron exitosamente el desafío de emplear convenciones pertenecientes a diferentes géneros y estéticas, optimizándolas. Esta posibilidad de jugar “al borde de” y no quedar encasillados en lo que se espera de una manifestación del folklore se debe tanto a la capacidad profesional de los actores como a la trayectoria del director formado en la actuación con los principales representantes de heterogéneas líneas estéticas como Raúl Serrano, Manuel Callau, Enrique Federman, Julio Chávez y Carlos Gandolfo.
Una puesta ajustada a los ingredientes del antiguo circo criollo, toma como eje una leyenda popular que deja una enseñanza de vida.
Cada cultura posee leyendas que han transitado los fogones nocturnos a lo largo de generaciones. Aquí una, al modo en que los hermanos Grimm recopilaron la inmensa lista de leyendas europeas, pero en el Norte argentino. Aquí, Mercedes Rein y Jorge Curi nos brindan su versión de los acontecimientos del gaucho Miseria.
Enrique Cabaud se pone al hombro esta versión y realiza una puesta de gran interés por los ingredientes históricos que logra aunar, con un gesto claramente anclado en el género de aquel circo criollo que fundaron los Podestá y tantos otros que dieron inicio a nuestro teatro, narrando historias populares que entregaban una moraleja, una enseñanza de vida, ejemplos a seguir.
En este caso el mensaje se centra en la frase que reza el protagonista: nunca hay que abusarse de un poder, porque el que lo hace, tarde o temprano, lo paga.
El gaucho Miseria recibe tres deseos del Santísimo. Su bondad y picardía en la elección de los deseos, enfrenta su desinterés con los intereses mundanos del entorno, exponiendo sus bajezas, así es que de codiciado pasa a ser odiado, porque en su aventura se enfrenta con la muerte y le gana la pulseada, demorando su trabajo, alterando la naturaleza de la vida, maniatando a la parca ya nadie muere y eso no es bueno.
Un trabajo que recomiendo ver por su conformación y las excepcionales actuaciones de Luciana Cervera Novo, Leandro Coccaro, Horacio Ingrassia, Pablo Goldberg, el propio Enrique Cabaud, Leonardo Porfiri, Miguel Trotta y Sebastián Giuliani, que van narrando tan interesante historia.
Leyenda Criolla reza el programa y todo lo que imaginemos en la previa, quedará superado por la potencia y creatividad de una obra, que tiene todos los condimentos necesarios, para que el espectador se entretenga y disfrute de una trama, que tiene todo como en botica.
Partiendo de la leyenda popular del Herrero Miseria, Mercedes Rein y Jorge Curi, logran en clave de farsa y con mucho humor, una pieza muy atractiva, con participaciones realmente estelares.
Para los incrédulos y sin revelar demasiado, contaremos que durante el desarrollo de la obra, además de Gaucho Miseria y su hermana Peraltona, desfilarán San Pedro, El Señor Jesucristo, La Muerte en persona y hasta un enviado del mismísimo Demonio. Cuando hablamos de presencias estelares, podrán apreciar que no exageramos en nada.
La historia se estructura en forma simple, un gaucho poco afecto al trabajo llamado Miseria, vive humildemente en el campo, junto a su hermana Peraltona. Los motivos de esa pobreza, son dos, en primer lugar lo que dijimos, Miseria prefiere pasar su tiempo con amigos tomando una copita o descansando, en vez de trabajar. La otra razón, es su generosidad, ya que es extremadamente desprendido, lo poco que tiene lo comparte con sus amigos y vecinos, por eso vive en un estado de pobreza permanente, ante los rezongos de su hermana, que quiere que cambie, para poder mejorar un poco sus vidas.
Un día como cualquier otro, al humilde rancho de Miseria, llegan dos forasteros, que agotados de tanto caminar, deciden pedir ayuda en esa casa en medio del campo, acuden por un poco de bebida y comida, para luego continuar viaje. Ante la humildad de la casa, pocas esperanzas tienen de poder recibir algo. Miseria cuando los vé, los recibe de manera cálida y le pide a la hermana, que busque en las escasas provisiones que tienen, no puede faltar vino y pan para estos peregrinos, sin importar que sean dos extraños.
Los forasteros, quedan sorprendidos por el buen gesto de este gaucho, que pese a vivir en la pobreza, no dudó en compartir lo poco que tenía con ellos y deciden recompensarlo, manifestándole que eran San Pedro, el guardián del Cielo y Jesucristo. A continuación, le dicen a Miseria, que por su gesto, puede pedir tres deseos, que piense bien, porque solo serían tres los pedidos y una vez formulados, no los podía cambiar.
El gaucho piensa que son dos impostores, que le están jugando una broma, no dá crédito a que Jusucristo y San Pedro, estuvieran deambulando sin rumbo por esos pagos, pero luego de algunas señales y más que nada por la insistencia de su hermana, decide pedir los tres deseos, al parecer elige tres trivialidades, dá todo la impresión que Miseria desperdició la oportunidad de su vida.
No vamos a contar los deseos, ni develar mucho más, solo comentar que el gaucho, parece ser más inteligente de lo que aparenta y finalmente su elección, tendrá una picaresca y una audacia que sorprenderá a más de uno y traerá dolores de cabeza a más de uno.
La trama tiene una dinámica y un ritmo muy logrado, hay un presentador que cuenta la historia y un grupo de actores que con mucha sapiencia, darán rienda suelta a todo su histriónismo.
El protagonista principal de la obra, es Enrique Cabaud, que además es el director, interpreta a Miseria, con un aire al Viejo Vizcacha, hombre de campo, buena persona y solidario para con los vecinos que siempre le piden ayuda. Su actuación es deliciosa, un personaje muy querible, que deleitará al público, durante todo la obra, estando todo el tiempo en escena. Fantástica la interpretación de Enrique.
A Miseria, lo acompaña su hermana Peraltona, intepretada por Luciana Cervera Novo, la única mujer de la pieza, que compone a una solterona rezongona, que quiere tener cortito a su hermano. A mediados de la obra, gracias al efecto de uno de los deseos pedidos por Miseria, abandonará su vida pobre y su personaje sufrirá una importante transformación.. Magnífica la actuación de Luciana, una joven actriz, que tiene espacio para lucirse, mostrando todo su talento.
El resto de los actores, desdoblará más de un personaje, contemos que el elenco está compuesto por ocho actores, pero la obra tiene más de viente personajes, gracias a la magia del teatro .
Nombraremos los principales personajes de cada uno, aunque sepa usted lector que no será el único personaje que representen. Miguel Trotta es un temperamental y cascarrabias San Pedro, acompaña a todos lados, a Jesucristo, desopilante creación de Leandro Coccaro. Una dupla absolutamente impensada y muy graciosa en sus acciones.
Y si hablamos de personajes sorprendentes, que decir de Pablo Goldberg, que compone a La Muerte, con una caracterización admirable, por momentos dando miedo como corresponde a su rol y por otros con unas formas campechanas, haciendo reír. Estupendo lo de Pablo.
Leandro Porfiri, es el Gobernador, recreando con su personaje, las habladurías y los ardides con que los políticos embaucan a la gente común. Y con tanta labia, no es de extrañar que haya engañado al bueno de Miseria.
Sebastián Giuliani, entre varios personajes, compone, al Cabellero Lili, con su capa roja y su olor a azufre, no queda dudas, que es enviado del Demonio y con diálogos desopilantes, con La Muerte, San Pedro y el mismo hijo del Señor.
Por último resta a mencionar a Horacio Ingrassia, su personaje principal, es el de presentador, maestro de ceremonias que será fundamental para conducir la historia, con mucho humor y dinamismo. Muy bueno lo de Horacio, que cumple un papel fundamental.
Como pudo apreciar el lector, el elenco se destaca mucho, gracias a un libro y a una puesta, que les permite componer personajes notables, que representan en gran forma, siendo las interpretaciones, un punto muy alto en la obra.
Hablando de la puesta de la obra, realmente nos pareció estupenda, gran trabajo el de Enrique Cabaud, logrando una trama original y creativa, algo irreverente con la religión, satírica contra la clase política ( representada por el gobernador ) que tiene como característica distintiva, ser muy entretenida, divirtiendo mucho al espectador. Además de todo esto, hay una atmósfera campestre en todo lo que sucede, siendo algo muy disfrutable.
La pieza es una caja de sorpresas, aparecen muchos personajes en escena, gracias al desdoblamiento que comentamos anteriormente, por lo que el público además de reírse mucho, buscará descubrir quien interpreta cada papel.
Debemos destacar el vestuario que tiene la obra, al igual que las máscaras y el maquillaje, fundamentales para las caracterizaciones, siendo todos ítems que se lucen mucho, al igual que el diseño lumínico de Soledad Ianni, que colabora en la creación de los diferentes climas de la obra.
En definitiva, nos encontramos en presencia de una estupenda obra del off, confluyen una dramaturgia muy bien construida, sobre los cimientos de una leyenda criolla, que tiene todos los ingredientes necesarios para hacerla sumamente atractiva y si a esto, le sumamos, una puesta dinámica y magníficas actuaciones, solo queda disfrutar de El Herrero y La Muerte, junto a sus entrañables personajes.
Nos fuimos muy contentos del bello Celcit, por la gran noche de teatro vivida y por al prolongado aplauso, que recibieron los protagonistas, al término de la función, muestra unánime, que la obra gustó mucho.
Valiosa propuesta para pensar y reflexionar, a partir de una leyenda criolla.
Vuelve el equipo que había montado esta leyenda criolla junto a Mario Camarano. La presente historia tiene elementos de la parodia, ya que toma a San Pedro, a Jesús, al famoso cuento de los tres deseos, y los introduce con intención irónica en el contexto de la Argentina gauchesca, con dos personajes, Miseria y su hermana, que deberán poner a prueba sus valores para ganar el paraíso.
Miseria es un gaucho de buenos sentimientos, sin muchas ambiciones, que quiere ayudar al prójimo. Cuando en una oportunidad se cruza con Jesús y San Pedro y les ofrece algo de comer y de beber sin pedir nada a cambio, será bendecido con tres deseos. La cuestión es que no pide lo que todo el mundo podría desear (dinero, amor y salud), pero al pedir suerte en el juego, su fortuna irá cambiando. También se le concederán otros deseos que lo salvarán en momentos clave.
La obra trata de esas circunstancias de la vida que nos ponen a prueba, donde los valores personales son cuestionados. Si el poder y el dinero son lo que más seduce a la hermana de Miseria; él, en cambio, siempre optará por dar hasta lo que no tiene para que otros estén bien. La presencia del diablo, servirá para tentar pero no logrará disuadir. Mercedes Rein y Jorge Curi recrean esta leyenda popular con excelente criterio.
Enrique Cabaud logra una eficaz puesta con el lucimiento de todos los actores. Las actuaciones consiguen sostener la comicidad y el mismo Cabaud en el rol de Miseria nos ofrece un trabajo formidable. Luciana Cervera Novo, como la hermana del gaucho, es otro personaje que ayuda a construir la farsa con grandes cualidades expresivas. El personaje de La Muerte verdaderamente inspira miedo.
El elenco de El herrero y la muerte está compuesto en parte por actores que ya habían trabajado con Mario Camarano en una anterior puesta. La actual puesta es una especie de homenaje al maestro de muchos. Burlándose de la falsa moral y las buenas costumbres aunque dejando una moraleja, le leyenda del gaucho Miseria tiene mucho para decirnos de nuestro contexto actual. Lo grotesco y lo carnavalesco confluyen en esta lucha entre el bien y el mal, donde el bien tenderá a imponerse.
Entre las leyendas de campo, la del Gaucho Miseria y la Muerte es una de las más queridas por los lectores argentinos, y, con gran acierto, Mercedes Rein y Jorge Curi recrean la historia en esta leyenda teatral: El Herrero y la Muerte, obra que Enrique Cabaud lleva a escena de manera sorprendente.
La leyenda del herrero y la muerte es la historia de un gaucho, el Gaucho Miseria, que no tenía nada salvo una hermana quejosa, mucha picardía y don de gente. En clave de circo criollo, un presentador, Horacio Ingrassia, nos relata la historia de Miseria (Enrique Cabaud), quien vive con su hermana, la Peraltona (Luciana Cervera Novo).
Un día el mismísimo Jesús (Leandro Cóccaro), acompañado de San Pedro (Miguel Trotta), van a visitarlo y, por su buen corazón, le regalan tres deseos. Así comienza una aventura plena de humor, en la que desafía a sus amigos, a su hermana, al gobernador de su pueblo (Leonardo Porfiri), la Muerte (Pablo Goldberg) y hasta al propio Diablo (Sebastián Giuliani).
La historia es contada con tal dulzura que todo el público rejuvenece hasta la más tierna infancia. Actuaciones impecables, un escenario de pocos objetos pero muy trabajados, la música del gran Horacio Corral y un ensamble preciso y armonioso, todo hace de esta obra un prodigio.
El Herrero y la Muerte es una preciosa alegoría sobre la naturaleza del ser argentino, en una clara confluencia de picardía, solidaridad, fraternidad y nobleza de corazón. Tal vez, por esa razón, sea una de las leyendas más queridas en nuestro país.
El Herrero y la Muerte, de Mercedes Rein y Jorge Curi, con dirección de Enrique Cabaud, es una verdadera fiesta del buen teatro.
El gaucho Miseria recibe tres deseos del mismísimo Jesús. Su picardía en la elección le permite transitar una aventura en la que pone a prueba a sus amigos, a su hermana, a los políticos de su pueblo y hasta al propio Diablo.
Con sumo acierto Mercedes Rein y Jorge Curi toman la historia popular del Herrero Miseria y logran un texto sumamente teatral; El Herrero y la Muerte, que Enrique Cabaud lleva con total pericia a escena.
Lo hace en registro de farsa, con lo que sumerge la acción en un humor constante, pero sin forces, que nace naturalmente de la situación planteada, del absurdo de la misma, sin pretensiones moralizantes, ni ácidas, ni burlonas, para exponer la picaresca en la leyenda criolla, que deposita sobre el gaucho tanto sus virtudes como sus peores defectos.
Así disfrutamos de una puesta en escena equilibrada, a dos frentes, es decir, con el público ubicado en dos laterales, diferentes lo que exige un manejo del espacio milimetrado, para que cada ángulo de visualización tenga la misma validez en todas las escenas, lo que para un director y su elenco, implica un constante “juego a tres bandas” porque a los dos frentes señalados debe sumarle las entradas y salidas a escena, que deben aforar por los otros dos laterales justo a tiempo, atrayendo o dispersando la atención del público en cada caso.
Cabaud no está sólo para armar la puesta; cuenta con un diseño de iluminación de Soledad Ianni que logra dar el toque de magia preciso a los intérpretes y al espectáculo a través del color y la intensidad. Cuenta también con un diseño de máscaras con reminiscencias de Comedia del Arte muy bien logradas. Importante trabajo de vestuario, porque le impone al personaje de Miseria una presencia más naturalista, propia de las mejores ilustraciones del Viejo Vizcacha, pero al resto de los personajes los viste desde un perfil grotesco con evocación circense. Lo mismo acierta Mora Burset con el maquillaje. La sonorización de la escena descansa mayormente en la música original de Horacio Corral. Todo es absolutamente parte de un conjunto y nada es sin lo otro, pero me permito destacar en este conjunto la escenografía de Magdalena de la Torre, que, sin ninguna parafernalia, con sólo un elemento – imprescindible para el desarrollo de la obra y su final – logró construir una ambientación expresionista, un sólo elemento pero que se convierte en actuante, que se aleja de la representación fidedigna de la realidad para acercarse más a esa metafísica que el desenlace de la obra le requiere.
Las actuaciones son sobresalientes y a ritmo constante. Es muy difícil el registro de farsa, exige de cada actuante mucha entrega; energía y exaltada expresión corporal, buen caudal de voz e interactuar justo a tiempo permanentemente, sabiendo aprovechar el momento de lucimiento de cada personaje y sabiendo bajar para el lucimiento de otro personaje, no permite que alguno se destaque porque se destaca siempre el conjunto, algunos de ellos realizan hasta 4 personajes, no se podría de otra manera que no sea en una confluencia constante que logra esa otra cosa que solo existe en el encuentro. Todo esto, el elenco de “El Herrero y la Muerte” lo consigue sobradamente y por eso Horacio Ingrassia, Luciana Cervera Novo, Enrique Cabaud, Miguel Trotta, Leandro Coccaro, Pablo Goldberg, Sebastian Guiliani y Leandro Porfiri, se reparten por igual el aplauso más que agradecido del público.
Le recomiendo no dejar pasar esta verdadera fiesta teatral y se acerque a disfrutar de El Herrero y la Muerte los domingos a las 19 hs en el CELCIT.
Este maravilloso invento humano, que es el teatro, no deja de sorprendernos y es un ejemplo patente de lo valedero de que el mismo es un arte vivo.
El estreno del HERRERO Y LA MUERTE es una sorprendente puesta teatral de una fábula que se asemeja a las clásicas de Esopo y LaFontaine, pero que aquí no está dirigida a un público menudo sino que va dirigido directamente a un espectador predispuesto a disfrutar el enorme mensaje.
La anécdota es simple y compleja pero muy aleccionadora. Los mismísimos JESÚS DE NAZARET y SAN PEDRO salen a recorrer el mundo para observar las vivencias de la gente. Cansados de caminar, sedientos y hambrientos piden refugio y comida en una humilde tapera habitada por un herrero y su hermana. A pesar de la enorme pobreza les es complacido sus deseos con lo único que poseían.
Agradecidos por la ayuda resuelven volver al camino, pero de inmediato vuelven sus pasos y JESÚS en gratitud le concede tres deseos que no se podrán cambiar pero si cumplir fielmente.
Las respuestas del herrero no son totalmente comprendidas por SAN PEDRO quien le susurra permanentemente que pida el paraíso.
Pero este noble y un poco raro ser, no escucha al santo y pide deseos aparentemente desfachatados.
Muy solidario y noble con los demás, devoto en el valor de la palabra de honor, pero asimismo entusiasta por el juego, pide no perder nunca.
El inmenso mensaje de esta” leyenda criolla” es que el abuso del poder se puede volcar también contra uno. Pero también están presentes las falacias de la corrupción, los engaños de los políticos, y la debacle que le puede ocasionar a las fuerzas dominantes, si se detuviera la muerte en el mundo tal como es un pícaro deseo del herrero.
Todo el elenco esta a un altísimo nivel de actuación debido a una acertadísima dirección que por momentos nos retrotrae al teatro de máscaras. Un ritmo pleno sin fisuras apoyada en un texto que a través de la ironía nos presenta un mundo enfermo y un futuro incierto y donde la vida para ser plena debe ser acompañada con bienestar. Vivir por vivir, con la muerte suspendida sin objetivos y posibilidades, tampoco es vida.
Pero en este hermoso espectáculo, imprescindible de ver, nos demuestra nuevamente que los “no leídos” al decir campero, son mas sabios , inteligentes y pícaros, que los instruídos en academias y además nos enseña que el saber popular puede dejar mal parado hasta al mismísimo diablo.
El gaucho Miseria protagoniza esta leyenda criolla narrada por un presentador que nos va metiendo de a poco en una historia atrapante que incluye aventura, amistad, religión, delirio y mucho, mucho humor.
Con una puesta original y super interesante, esta obra se desarrolla en un escenario en el que dos de sus "paredes" tienen público. Algo diferente, atractivo y muy jugado.
La obra, de Jorge Curi y Mercedes Rein, está dirigida por Enrique Cabaud e interpretada por un grupo de actores increíbles que se meten en la piel de varios personajes durante el transcurso de la historia.
Un interesante maestro de ceremonias va acompañando el relato y desgrana la historia del "gaucho Miseria" quien recibe tres deseos del mismísimo Jesús. Su inteligencia y previsión a la hora de elegir esos deseos va atrapando al público que de a poco se va dando cuenta que aquel gaucho harapiento y despojado es bastante más lúcido de lo que parece a la hora de atrasar el momento de su muerte. Miseria, con su bondad y simpleza pone a prueba a sus amigos, a su hermana, a los políticos de su pueblo y hasta al propio Diablo.
El humor en pequeñas pero muy efectivas dosis hacen de la obra un espectáculo más que recomendable y que vale la pena ir a ver.
"Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte” Sigmund Freud
En este juego teatral, cuya dramaturgia es de Jorge Curi y Mercedes Rein, se mezcla la realidad y la ficción de una manera brillante. Los personajes son ficticios pero el contenido de sus dichos y acciones son verosímiles y se pueden ver claramente las buenas intenciones y también los egos, la maldad, los engaños, la omnipotencia del hombre, tratando siempre de sacar su mejor provecho.
Estamos frente a un presentador (Horacio Ingrassia) que nos va a contar una leyenda criolla, la historia del gaucho Miseria (Enrique Cabaud), una persona bondadosa que vive pensando en ayudar al prójimo, tanto que su hermana Peraltona (Luciana Cervera Novo) siempre le dice que primero tiene que pensar en ellos y no en los otros. Pero él, sigue firme en su postura. Así, un día Nuestro Señor (Leandro Cóccaro) y San Pedro (Miguel Trotta) se presentan ante él, concediéndole tres deseos inamovibles. Al ir cumpliéndose cada uno de ellos, él va transitando una serie de sucesos en donde va conociendo a los personajes que lo rodean, como por ejemplo el Gobernador (Leonardo Porfiri) y al diablo, que le dicen Caballero Lili (Sebastián Giuliani), hasta llegar a conversar con la misma Muerte (Pablo Goldberg), a quien atrapa, quedando en suspenso esta condición. De pronto, a través de diferentes estrategias al gaucho Miseria se le cambian algunas perspectivas.
Las actuaciones son excelentes; los actores Enrique Cabaud, Leandro Cóccaro, Sebastián Giuliani, Pablo Goldberg, Horacio Ingrassia, Leonardo Porfiri, Miguel Trotta se desdoblan en varios personajes, uno mejor que el otro, sobresaliendo sobremanera; la única mujer, Luciana Cervera Novo, brilla con luz propia, esta inmejorable en sus disimiles interpretaciones, excelente, pero excelente actriz. Como corolario para el logro de esta entretenida dramatización esta la dirección de Enrique Cabaud con la supervisión de Román Caracciolo, dos expertos en el tema.
El diseño y la realización de la escenografía (Magdalena de la Torre), es muy estética; se destaca tanto en su manufactura como en su utilidad de recurso indispensable para conectar toda la puesta en escena. Así mismo, el diseño y la realización de vestuario (Pablo Juan), es magnífica ya que está ideado y confeccionado con mucho esmero, sin dejar pasar ningún detalle. Y, qué decir de las máscaras (Alfredo Iriarte), que son llamativas, agraciadas. Luces (Soledad Ianni), música (Horacio Corral), efectos especiales, todo es una maravilla, está muy bien armado.
Por ser jovial, por sacarnos una gran sonrisa durante toda la función, por tener una impecable presentación, por poseer una evidente moraleja, por contar con prodigiosos artistas, por hacernos pasar una encantadora noche de teatro, por todo esto y mucho más tiene nuestra MAXIMA RECOMENDACIÓN.
¡ES UN LUJO!¡NO SE LA PIERDAN!
con Carlos Fos
1º de julio al 30 de septiembre
Martes de 19 a 21
con Silvia Maldini
2 de mayo al 30 de junio
Sin horarios fijos
con Cintia Miraglia
18 de mayo
19 h (hora Argentina)
con Leila Barenboim y Ana Groch
21 de marzo
16 h (hora Argentina)