Todo el quehacer teatral flota entre el cuerpo y la palabra. Entre el territorio y la evocación. Estamos en el cuerpo, somos la palabra. Sin palabras no somos humanos. Sin cuerpo no somos ni estamos. Cantantes y bailarines, nos preguntamos por qué no se nos enseña sencillamente a cantar y a bailar. Es el momento de mayor libertad del cuerpo y del alma, si es que el alma es lo que reside en la palabra, si es que el alma existe. El alma, eso que se va y nos deja sencillamente convertidos en un cuerpo que está, pero que ya no es. Aventuramos una reflexión sobre el cuerpo del actor y el actor como cuerpo, intentando tomar contacto con un posible teatro total que va desde el texto a la imagen sin olvidar la corporeidad como esa particular condición humana de ser solamente y siempre más que un cuerpo.
Autoría: Marco Antonio de la Parra
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