ESTRENOS EN EL CELCIT

 Sumario

 

Madrid/Sarajevo
Una obra conmovedora
por Carlos Pacheco

La convulsionada realidad mundial ocupa el centro de la escena. Una pareja asoma encerrada en una habitación sin formas. Afuera, los continuos bombardeos indican que la guerra se instaló en la ciudad. Todo es desolación en el exterior y también lo es allí, en ese pequeño espacio que la pareja comparte. Sus ropas están raídas, sus cuerpos piden alimentos y sus memorias necesitan con urgencia ubicarse en algún plano de la realidad que les posibilite encontrarse con ellos mismos.
Mientras eso sucede, los personajes hablan, recuerdan hechos, circunstancias; rememoran hasta un hijo que nunca aparece. Y en realidad, nada sirve para descubrirlos verdaderamente. Cada palabra que pronuncian, cada gesto, cada acción que desarrollan no hacen más que afirmar el patetismo de sus conductas. Madrid se ha transformado en Sarajevo y las consecuencias son terribles.

El texto de Marco Antonio de la Parra es excesivamente desesperanzado. No expone salidas. Encierra al hombre contemporáneo en un espacio sin límites y le hace escuchar los ruidos de la ciudad en la que vive. Así, su cuerpo asoma descarnadamente fragmentado. No sólo no hay resto para hablar, mucho menos para amar.

El espectáculo que concibe el español Domingo Ortega resulta extremadamente conmovedor. Sólo los intérpretes ocupan el espacio escénico y se valen de recursos muy genuinos para hacer trascender el texto. No hay artificio en ese espacio, la luz es casi a pleno, los objetos con los que trabajan, mínimos. Sólo las palabras y esos dos cuerpos construyen el drama y lo hacen con fuerza. Entre los dos actores además existen diferencias muy marcadas en cuanto a niveles técnicos interpretativos. Marco Antonio de la Parra asume su rol con una distancia elocuente. Su personaje es quien más expectativas tiene frente a la posibilidad de salir de ese encierro. Juega, baila, canta y su imagen en algunos instantes es devastadora, como cuando describe su mundo familiar y lo plasma en el piso.

Nieves Olcoz, por su parte, es más psicologista en su trabajo. Esa esposa y madre desgarrada por la violencia del mundo en el que vive está trabajada desde una emocionalidad medida que va desarrollándose de a poco, hasta llegar a un final feroz e inesperado.

Resulta muy inquietante escuchar a un actor chileno y a una actriz española en un escenario argentino. Ese cruce de identidades torna más especial esta representación que plantea la dura verdad de que en cualquier momento también esta ciudad entrará en guerra.

Diario La Nación
20 de septiembre de 2000