El espacio en la
dramaturgia de Benjamín Galemiri
por Carola Oyarzún
“La escena es
esa práctica que calcula el lugar propio de las cosas” (Barthes)
La proposición
de este tema, tiene su origen en una observación de Jorge
Díaz respecto a la asombrosa libertad espacial que tienen las
obras de Galemiri, dramaturgo chileno que hace su
aparición en la escena santiaguina a comienzos de la década
de los 90.
Jorge Díaz
(Premio Nacional de Arte 1993) a propósito de la
presentación de la Antología de Benjamin Galemiri, en agosto
de 1998, en la Sala Agustín Siré de la Universidad de Chile,
señaló que si había algo en la dramaturgia de este autor,
que le despertaba la mayor de las sorpresas, era los
insólitos lugares que escogía para sus distintas obras.
Mientras habían dramaturgos -su propio caso- que se
complicaban enormemente ante cualquier espacio no convencional
por la dificultad que podría ofrecer para el director o al
escenógrafo al momento de la representación, habían autores
como Galemiri que se permitían las libertades más extremas.
Esta marcada
característica, se transformó en una suerte de llamado a
explorar la concepción del espacio en la dramaturgia de este
autor, elemento que desde una de sus primeras creaciones, El
coordinador (1993) sorprendió por el ascensor en el que
cuatro personajes desplegaban sus personalidades y conflictos.
Siguieron entre otras obras, El solitario (1994) desarrollada
entre una estación de trenes y una playa, Un dulce aire
canalla (1995) con una montaña como lugar de la acción, El
seductor (1995) en un tejado, El amor intelectual (1998) en
una nave espacial y en su última obra inédita, Edipo asesor
(2000), el signo espacial aparece potenciado y explicitado
desde la primera acotación: “Edipo asesor, intenta batir el
record de locaciones en la historia del teatro. Pido que se
respete este neo concepto” (2).
Ejemplos como
el de los tejados por donde circula Abraham en El seductor
(1995), el universo infinito en que navegan los astronautas
Gagarov y Gordon en El amor intelectual (1998), o la isla
tropical de Salomón en El cielo falso (1996), nos invitan a
participar de la imaginación desbordada del autor, nutrida de
referencias cinematográficas, bíblicas, literarias y
contingentes, que trasladadas al mundo escénico se revisan
con humor, con ironía y con claros ánimos de trasgresión y
juego. Ascensor, trenes, naves espaciales, automóviles,
aviones y barcos, representan el movimiento constante y la
actividad obsesiva, reflejo de la ansiedad posmoderna, que
Galemiri exacerba en el abundante y dislocado discurso de los
personajes y de las acotaciones. En espacios abiertos o
espacios cerrados, Galemiri dispone sin restricción el habla
y el movimiento de sus criaturas.
Cada uno de los
espacios señalados, establece una relación directa con los
personajes y resulta un referente crucial para entender el
mundo que estos habitan y las relaciones que entablan. Las
indicaciones espaciales de la escritura dramática de Galemiri
nos sacan definitivamente de lo convencional, para
trasladarnos a lugares altamente provocadores, que
desencadenan lo inesperado, o lo imposible, lo negado o lo
prohibido.
En el presente
artículo, me referiré a El coordinador como un primer
trabajo del autor que da cuenta de una aproximación a estos
lugares y sus proyecciones, para luego enfocarme más
detenidamente en Edipo asesor, su obra más reciente y cuyo
planteamiento espacial desborda toda trayectoria anterior.
Para el
análisis de la utilización del espacio en ambas obras,
partiremos del supuesto que existe una pretendida conformidad
de éste con el mundo que rodea a los personajes, como señala
Anne Ubersfeld en La escuela del espectador : “El espacio
escénico tiene la misión de suministrar información sobre
lo que está ausente de la escena (el universo referencial),
con el objetivo de proveer a la ficción de su peso de
realidad (efecto de realidad), pero también con el objetivo
de mostrar, en un espacio concreto que es el modelo reducido
de las actividades sociales” (74).
El
coordinador (1993) *
Desde que
Benjamín Galemiri se diera a conocer exitosamente con El
coordinador en 1993, obra ganadora del VIII Festival de Teatro
organizado por el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura,
uno de los rasgos más poderosos que mostró su dramaturgia,
fue la concepción del encierro, “Dentro de un viejo y
destruido ascensor, Marlon, de terno ancho, moderno, corbata
roja, mal anudada y, aspecto crispado. Junto a él, Milan, de
terno deslucido, expresión inquieta, castigada. Milan se
aproxima inhibido, nervioso, al control del ascensor y observa
a Marlon” (41). Este lugar demostraría tener enormes
repercusiones dramáticas en torno a un grupo de personajes
condenados a compartir una estrechas superficie, arriesgando
el espacio vital. En estas circunstancias, Marlon, Milan,
Brigitte y Amiel inician una dinámica que pasa por distintas
fases: el desconcierto, la sorpresa, el temor, la
desesperación y el caos. Estas son atravesadas por fuerzas que
ponen de manifiesto el conflicto de poder, la arbitrariedad y
por último la violencia que se apodera del ambiente en
general.
Quién domina
la situación, con qué herramientas, cuáles son las
reacciones, cómo responde la única mujer en medio de los
hombres, qué conductas emergen, qué inhibiciones sobresalen,
son entre muchas otras las preguntas que emergen a partir de
la situación que propone el autor al interior del ascensor.
Como comenta Marco Antonio de la Parra en el prólogo a la
Antología de Galemiri, “El ascensor de El coordinador, como
el tren de El solitario, son sitios peligrosos, sitios sin
salida entregados a avatares de un camino en que alguien
sacará provecho de cada accidente, para dar rienda suelta a
una naturaleza instintiva feroz” (16)
El coordinador
parece confirmarnos que a menor espacio, aumenta la tensión y
el descontrol. El encierro y los límites determinan la
acción y el movimiento, la carga y descarga verbal de cada
uno de los personajes. El ascensor como vehículo para
ascender y descender de manera uniforme y repetitiva, es parte
del ciclo absurdo y ciego a que los personajes son sometidos
sin escapatoria. Con esto la libertad se reduce a aceptar la
situación de subir y bajar infinitamente, como Sísifo en la
montaña, sin un sentido claro y más bien como una
experiencia amenazante, incierta y terminal.
El escenario
ascensor igualmente, nos ofrece la imagen nítida de un
habitar urbano cotidiano, referente de la modernidad y las
formas de vida que el hombre ha adoptado: construcciones
cerradas, existencias envasadas, síndrome de un estado de
emergencia vital.
Edipo asesor
(2000)
En un recorrido
por los lugares donde se presentan los personajes de esta
obra, es posible anotar: palacio del rey, avión real,
solarium del palacio, piscina, campo de batalla, helicóptero,
estacionamiento palaciego, Mercedes Benz blindado, ducha real,
harem, sala de audiencias giratoria, cocina real y sauna entre
otros. Las 33 escenas que conforman Edipo asesor proponen una
variedad amplia de recintos, anunciados con el máximo
protagonismo a través de un lenguaje acotacional que con toda
claridad y especificidad define espacialmente la escena y
anticipa la acción.
Si la escritura
dramática se caracteriza por el doble discurso, el de los
personajes y el de las acotaciones (didascalias), en esta obra
de Galemiri, este último adquiere un rol que excede lo
convencional del género, aproximándose al guión
cinematográfico. Precede cada cuadro y actúa como narración
al describir y diseñar la escena y al sintetizar la acción.
En más de un ejemplo, se
convierte en el único discurso, sustituyendo así el de los
propios personajes, quedando, entonces como única forma
expresiva que da cuenta de la situación vacía de palabras y
llenada de ambientación. Los distintos lugares donde se
desarrolla Edipo asesor nos hacen participar de un mundo
grandioso y desbordado de lujos, comodidades, placeres,
tecnología y riquezas, expuesto abierta y deliberadamente a
lo largo de la obra, a la manera de un juego visual donde las
imágenes se suceden incesantes y delirantes, estableciendo
múltiples nexos y combinatorias. De este modo, el lector se
ve desafiado a organizar esas redes de significaciones al
momento de leer la obra, así como el director a solucionar la
concreción de lo especificado por Galemiri, en el escenario
mismo.
En principio,
los lugares y ambientes señalados en las acotaciones que
anteceden -como un enunciado aparte- cada una de las escenas
de Edipo asesor, corresponden al entorno de algún acaudalado
y poderoso gobernante. En este caso, al rey Saúl, sus
asesores Oxiel y Jeremías, y, su amante Judith. Estos son los
personajes centrales de la obra, cuya relación y desarrollo
responde al referente principal que da título a la obra,
Edipo Rey . Es así que Oxiel, llamado para asesorar al rey
Saúl (su padre que lo había abandonado) termina dándole
muerte, previo haber seducido a la bella Judith, para terminar
ciego y televidente (errante).
Como un rasgo
posmoderno que caracteriza su dramaturgia, Galemiri recurre a
los grandes relatos incorporados a la cultura. Edipo Rey de
Sófocles es el marco para Edipo asesor, donde la historia
original se recompone y reorganiza de acuerdo a parámetros y
materiales apropiados de las más diversas fuentes: el cine,
la dramaturgia universal, la sociología y la jerga
intelectual general, además de los contextos locales y
familiares. De este modo, la intertextualidad se nos impone y
apela activamente al diccionario del lector (o virtual
espectador).
En Edipo
asesor, Benjamín Galemiri retoma los personajes judíos que
transitan por mundos públicos y privados donde el poder y el
sexo entretejen relaciones cargadas de humor e intriga,
incesto y culpas. Asumiendo que este texto está compuesto por
varios textos que se mezclan y que dialogan frontal y
simultáneamente, proponemos por ahora revisar aquellos
elementos que conforman los espacios y marcar las siguientes
relaciones:
-
Espacio-movilidad - cine-teatro
La idea de una
teatralidad anterior a la escritura misma, postura que Anne
Ubersfeld sostiene como explicación a la esencia del
dramaturgo que concibe su obra como vista en un escenario, es
del todo pertinente a la hora de examinar Edipo asesor. La
visión cinematográfica del autor se concreta en un texto
altamente visual, organizado en torno a una secuencia de 33
escenas, cuya característica es la de un encuadre donde el
lugar, los objetos y el ambiente forman un referente
fundamental de la acción planteada para los personajes.
Paradigmáticas en este sentido, se aprecian la escenas 7: “Cortina:
Luz enceguecedora en progreso. Oziel y Saúl el Rey sacudidos
por el paso de tanques y persistente bombardeo aéreo al que
responden con misiles antiaéreos” (14), una batalla al más
puro estilo Hollywood; o la escena 27: “Cortinas: reflejado
en un gigantesco espejo cóncavo, el rey Saúl se desangra con
un puñal clavado en su pecho. Oxiel ha cumplido con su
fatídico destino, indecorosos truenos y relámpagos” (49),
desbordada de recursos; o la escena 32: “Desde una colina,
como una estatua, montado en el caballo regalado por Oziel, el
aprobioso rey Saúl, moribundo, observa la partida de su hijo”
(62), perspectiva que excede los límites de un escenario de
teatro. Dramaturgo-cineasta, podría ser una definición para
el quehacer artístico de Benjamín Galemiri, declarado por
él mismo, desde siempre. La presencia del cine en su
dramaturgia se pone de manifiesto en la conformación espacial
donde todo es posible y donde la espectacularidad invade el
mundo dramático. De hecho al llamar ‘locaciones’ a los
distintos ambientes donde se mueven los personajes, se está
recurriendo a una denominación tomada del séptimo arte.
Otro elemento
preponderante en Edipo asesor que proviene de la fuente
cinematográfica, es la inspiración en la banda sonora del
nuevo cine alemán, de Wenders y Herzog en especial. Ello
queda establecido al comienzo de la obra, en una presentación
que estipula los principios temporales, espaciales,
históricos y técnicos que deberán regir esta ‘neo-obra’
según la clasifica su autor.
Por otra parte,
la estructura de sus obras no solo se asemeja al cine por las
ilimitadas locaciones, por los lugares abiertos y
panorámicos, sino también por el protagonismo del lenguaje
acotacional a través del cual el autor expresa y guía su
estilo cinematográfico. Como se ha señalado, este discurso
abre cada escena y determina el mundo dramático, alcanzando
en varias escenas una total autonomía, cuando la acotación
suplanta por completo la palabra de los personajes.
El influjo del
cine explica los espacios cambiantes, el color, el brillo y el
culto a la imagen por sobre la acción. En este sentido,
también la televisión aporta su propio caudal en cuanto a
material visual. Son varias las escenas donde el televisor
reemplaza la acción de los personajes, o hace las veces de
‘imagen en la imagen’, por ejemplo, en el cuadro 20: “El
rey Saúl , exangüe y no por ello menos excitado, observa en
la sala de televisión real, el abominable flirt sexual de
Judith y Oxiel. Come pasas negras muy fuertes batidas con
yogurt. A petición del rey, Jeremías avanza, retrocede,
ralenta o congela las imágenes” (37), o el cuadro 25: “Cortinas:
el ex asesor Oziel, no carente de alguna gloria pasada, se
dirige por última vez al país por cadena de televisión”
(45).
Cada escena en
un lugar específico da paso a otro, generando siempre la
sorpresa del cambio y la acción rápida que se acerca al
límite de lo imposible. Interiores y exteriores, muchos de
ellos de características rimbombantes, son presentados en su
mayor parte, a través de cortinas “relucientes”que
refuerzan el clima espectacular de esta obra. Abundan los
ejemplos de extrema libertad espacial para albergar las
extravagancias y los excesos de los personajes y sus
motivaciones.
-
Espacio-poder-objetos-comida
Oxiel,
personaje que cumple el rol definido como asesor, busca el
poder valiéndose de los métodos más desleales y se entrega
a los placeres sin trepidar en las consecuencias. Los signos
del poder en el contexto palaciego se expresan
fundamentalmente en la ostentación. Por un lado, están los
grandes símbolos de status y riquezas, como el avión, el
helicóptero, el Mercedes Benz y el último modelo de
televisor entre otros. Refugio y pantalla de los personajes
frente al mundo, estos imponen una forma de comportamiento y
de relación: “Cortina imperial tras la cual aparece el rey
Saúl. Retoza bajo un sol artificial. La honorable
presentación: el asesor Oziel y Jeremías se hincan ante el
monarca. Entrega de ofrendas de Oziel al rey: un caballo
árabe. Entrega de ofrendas del rey a Oziel: un televisor flat
de 44 pulgadas marca Sony” (11). Por el otro lado, está la
comida, en un despliegue de manjares y exquisiteces, donde se
mezclan lo refinado, lo foráneo, lo local y lo folclórico en
un mismo nivel de exaltación y sensualidad. Entre otros
pasajes, “Menú del día: empanadas de camarones con salsa
de alcaparra, finas borrecas de jandrachos naturales de
Esmirna, bollos de espinacas con suave masa de matza, mini
empanada de pino chilena. Y para beber arak y pisco sour”
(33), o “Repostería: torta de lúcuma de Ovalle, mote con
huesillo de Traiguén, ensalada de frutas de Valdivia, helados
de la familia alemana Widmer de Temuco” (21).
La especial
atención que merece la comida en esta obra, abre a
innumerables connotaciones, desde la imagen pública que
brinda el comer frutos y especialidades de alta refinación, a
la frivolidad que conlleva la excesiva preocupación por
mostrar la abundancia y el valor del gusto y apetito. También
en la obsesión gastronómica aparece el fantasma de la
bulimia que rodea a los personajes y la falta de contenidos
trascendentales, matizados con el humor con que se despliegan
los menú en muchos de los momentos más álgidos de la obra.
Si el teatro es espacio y el espacio es donde se muestran unos
a otros en escena, los referentes espaciales utilizados por
Galemiri nos alejan de lo convencional, para instalarnos en
lugares altamente significativos que entregan la más variada
información sobre el mundo de los personajes. Los espacios
insólitos habitados por los personajes de Galemiri son el
signo que provee parte fundamental del espesor de El
coordinador y de Edipo asesor.
-
Carola
Oyarzún es Profesora del Instituto de Letras de la
Pontificia Universidad Católica de Chile
-
El
coordinador será remontado por el Teatro Nacional en su
temporada del año 2000, en el contexto de una antología
del teatro chileno del siglo XX , la que incluye
Chañarcillo (1932) de Antonio Acevedo Hernández, Flores
de papel (1971) de Egon Wolff.
Bibliografía
-
Galemiri,
Benjamin. Antología. Santiago: Ediciones teatrales
chilenas, Universidad de Chile, 1998.
-
Edipo
asesor. Santiago: (versión anillada), 2000
-
Ubersfeld,
Anne. La escuela del espectador. Madrid: Publicaciones de
la Asociación de Directores de Escena de España, 1997
Instituto
de Letras, Pontificia Universidad Católica de Chile
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