ESTRENOS EN EL CELCIT

 Sumario

 

Monogamia
La dulce hipocresía de los buenos tiempos
entrevista a Magdalena Millán a Marco Antonio de la Parra

El dramaturgo y psicoanalista chileno Marco Antonio de la Parra está pasando por un momento especialmente prolífico. Al mismo tiempo que cinco de sus obras se están representando en Chile, estuvo en Buenos Aires durante las dos últimas semanas de septiembre dictando un seminario y presentando su última obra, Madrid/Sarajevo, producida dentro del Proyecto Teatral Trasatlántico, con dirección del español Domingo Ortega y actuaciones de De la Parra y Nieves Olcoz, su mujer.
Madrid/Sarajevo partió hacia España junto a su elenco, pero en Buenos Aires se repuso Monogamia en el Teatro CELCIT, otra obra de Marco Antonio de la Parra que, dirigida por Carlos Ianni y protagonizada por Guido D'Albo y Roberto Municoy, se había estado presentando durante julio y principios de septiembre.

La vocación teatral de De la Parra se desató en sus años de juventud, a la par que transcurrían sus estudios universitarios en medio del régimen pinochetista, y en donde esas primeras creaciones algo desprolijas sólo se representaban para el grupo estudiantil. Luego vino la incursión en el teatro profesional con Matatangos, y Lo crudo, lo cocido y lo podrido, de 1978. La secreta obscenidad de cada día, fue estrenada en el 83, y en el 87 surgió Infieles, obra que a partir de la temática y el dibujo de los personajes masculinos daría lugar a Monogamia, en donde dos hermanos que descubren tardíamente los matices de las relaciones humanas se ven superados por las dificultades que en la actualidad les impiden ser fieles a las ideas, los principios y los sueños.

Madrid/Sarajevo y el Proyecto Teatral Trasatlántico
- En Madrid/ Sarajevo aparecen alternadamente ambas ciudades arrasadas por la guerra, y allí, un hombre y una mujer, o sus recuerdos, intentan reconstruirse, relacionarse y pensarse, en lo que queda de ese mundo. ¿Se puede pensar Madrid/Sarajevo como la historia de lo que no se resuelve, de las guerras?
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Sí, tiene que ver con el drama de gente que está viviendo muchos dramas al mismo tiempo, muchas veces irreconciliables. Todos tienen la razón, y entonces sólo es posible la guerra, el régimen carcelario represivo, la camisa de fuerza. Sarajevo es en mi obra la materialización de la zona psicótica del siglo XX. Es como el tema de la Argentina, que integró culturas pero a la vez desarrolló un tremendo fascismo, y ahora el neofascismo ligth vinculado a las revistas del corazón, con Menem saliendo con la Bolocco.

- Usted presentó primero en Santiago y luego en Buenos Aires Madrid/Sarajevo, espectáculo del Proyecto Teatral Trasatlántico, con interpretaciones suya y de su esposa, Nieves Olcoz. ¿Cómo le resultó esta experiencia de actuar en una obra suya y junto a su pareja?
- Con mi esposa la experiencia ha sido muy fuerte ya que ella tiene mucho más entrenamiento profesional que yo y me ha exigido enormemente. Al mismo tiempo, esta situación me ha permitido entender desde adentro lo difícil de alguno de mis textos. "Endiabladamente difícil", como escribió en una oportunidad Ernesto Schoó.

Yo en teatro comencé actuando, como los rusos, desde el teatro de la variedad, y eso queda en muchos de mis personajes. Incluso muchas de esas actuaciones las hice sobre textos míos. En la primera versión de La secreta obsenidad de cada día, por reponerse en Santiago, la hice el rol de Freud, claro.

- ¿Cuál es la idea de trabajo del Proyecto Teatral Trasatlántico (Chile/España) del que forma parte, y cuáles serán las próximas actividades u obras a representar?
- La idea tiene que ver con juntar jóvenes talentos en algunas de las áreas de la formación del actor, y con el trabajo de un actor-dramaturgo. Hemos hablado de Taller de Formación Permanente, pero en el fondo es una escuela que intenta tomar a la dramaturgia como algo mucho más profundo, en dónde el actor es pensado como filólogo, el cuerpo como una brecha en el espacio, y la palabra como diseño escenográfico. Recupera al teatro como plástica del cuerpo, y a la palabra como cuerpo ausente.

Con el grupo hacemos un montaje al año y una columna de seminarios en torno a la voz, movimiento, habla escénica, mimo profundo, trabajo con objetos, y, siempre, dramaturgia.
El próximo estreno (para junio próximo) es Ahora todo lo contrario, un tríptico de piezas de Benjamín Galemiri, Jorge Díaz, y otra mía, que considero como lo más delirante que he escrito. Y a fines del año próximo estaremos viendo montar El proceso, de Kafka, o Cartas a Felice en el Instituto Goethe. Y también ambiciono para el 2002 montar una relectura de Las afinidades peligrosas, pero ambientada en la Colonia española a fines del siglo XVIII.

Monogamia e infidelidades
- Pasando a Monogamia, la obra suya con dirección de Carlos Ianni que se vio en Buenos Aires, allí el personaje de Juan, quien profesa cierta moral rígida aunque hipócrita, toma a la monogamia como principio primordial del matrimonio, y se acerca a los valores heredados de nuestros padres o abuelos. ¿Cómo ve usted este tema con respecto a los que hoy son más jóvenes?
- Más monógamos que nunca. La fidelidad y el amor se han fundido ante el desmoronamiento de las familias de nuestros padres y de las nuestras. El amor se comió todo, con su frugalidad, su carencia de compromiso, su veleidad y su fuego de briznas de hierba seca. Los jóvenes buscan, desean y temen, una relación sólida. Más que nunca. Y no la sustenta la ley (desprestigiada), los intereses económicos (mal vistos), ni los religiosos (reciclados pero aún anémicos). Quizás la pieza intente retornar a la dulce hipocresía de los buenos tiempos.

- ¿Considera que la fidelidad en la pareja es una preocupación para la sociedad contemporánea en general?
- Sí, por ausencia, por puritanismo heredado de la fachada yanqui, por necesidad de lealtad en alguna parte, con alguien, a alguna hora, en algún sitio.

- Focalizando en el personaje de Juan (el yuppie moralista), tal vez se puede pensar que aparece con rasgos de caricatura. ¿Usted cree que el sector social al que representa tiene ese grado de torpeza intelectual, o usted intentó un dibujo exagerado?
- Lamentablemente es un retrato de una clase social que se ha ido convirtiendo en caricatura de sí misma, por lo menos en Chile. Una clase alta que se ha hecho liberal por un lado, y conservadora por otro. Y ese lío de principios atados unos con otros deja torpe a cualquiera.

- Por otro lado está Felipe, el otro hermano, cuyo personaje encarna al sector que supo ser progresista en otra época y que hoy conserva sólo ciertos tics vacíos de contenido. ¿Qué grado de responsabilidad social le adjudica usted a este tipo de personalidad?
- Enorme, y debo decir que también me representa (como Juan), y que ese sector también se ha tornado caricaturesco. Todas las responsabilidades sociales se han perdido, eso sí, la democracia es una farsa y es muy complicado pensar un nuevo tipo de compromiso político que no nos abochorne. Todos nuestros gestos políticos de hoy son una suerte de tics. La mascarada llega a su fin y estamos solos. Muy solos.

Los trabajos y los días
- ¿Cuál es la relación existente entre su profesión de psicoanalista y la de dramaturgo? La clínica le sirve como fuente de inspiración, o es el teatro lo que le permite comprender mejor los problemas de sus pacientes?
- Lo común entre ambas cosas es la herramienta, el cuerpo como decodificador, y la palabra como señal de procesos impensables e irrepresentables. No las historias, sino la posición de escucha del analista. Yo partí primero del teatro, ahora, lo único que deseo es actuar cada vez más cerca de la escucha analítica, en el mínimo de esa escucha tan feroz, para colocarla en el espectador. Y para esto, utilizo todos mis núcleos psicóticos, esta vez a mi favor.

- Usted está con una beca trabajando con el títeres y con algo así como "el miembro fantasma"...
- Sí. Este año (hablo de los años del hemisferio norte, desde junio 2000 a junio 2001) estoy sumergido en una beca Guggenheim para trabajar con el tema del cuerpo como seña, identidad, límite y puerta. Me interesa cómo se resignifica en cada cambio cultural. Qué significa hoy cuerpo, dolor, muerte y goce. La relación del cuerpo con la palabra y la representación. En eso surgieron varias líneas: el muñeco, el títere, como simulación del cuerpo, las fotografías de muertos, la relación de lo animado con lo inanimado como pregunta elemental de la vida. El actor como marioneta, el actor como un muerto que revive. Le herida-tortura versus la herida-cirugía. El cuerpo virtual, el cuerpo-destino versus el cuerpo-diseño.

- En este momento se están representando o van a representarse varias de sus obras (Monogamia, Madrid/Sarajevo, La secreta obscenidad de cada día). ¿Es común que ocurra esto? ¿A qué cree que se deba?
- Es algo que se ha dado en varios momentos. Aunque hay años buenos y años malos. En Santiago actualmente hay cinco piezas mías en escena, y en Francia se estrenaron cuatro obras en un año. Sí, los proyectos se juntan. Y tal vez yo escribo en exceso, pero la verdad es que no puedo evitarlo.