Autor
Marco Antonio de la Parra
Sigmund Víctor Gola
Carlos Carlos Fernández
Diseño cartel
Agustín Calviño
Fotos
Soledad Ianni
Escenografía y vestuario
Solange Krasinsky
Dirección
Carlos Ianni
Espectáculo sin intervalo
Duración: 90 minutos
Teatro CELCIT. Temporada 2003
La secreta obscenidad de cada día: teatro ritual de juegos de simulación, de encubrimiento y desenmascaramiento, en el que los personajes reiteran esquemas de comportamiento prototípicos, para luego adentrarse en situaciones que alteran, cuestionan y trastornan, hasta el límite del absurdo y el grotesco, la primera propuesta.
¿Quiénes son verdaderamente estos personajes? La ambigüedad los caracteriza: brota de su condición de clandestinos, marginales, imposibilitados de mostrar un perfil social nítido. Acaso ni lo tienen: han vivido múltiples vidas y oficios, han pasado de uno a otro espectro de su identidad social, siempre ligados al lado oscuro, obsceno, de la realidad. Han experimentado, conocen los códigos de los dos lados de las experiencias: de torturadores y torturados, de policías y de guerrilleros, de seres que tienen conciencia culpable o que cínicamente se vanaglorian de sus excesos, de pervertidos sexuales y de detectives. Un impermeable largo, amplio, es el código de identificación por igual de los dos últimos. Las imágenes escénicas están permanentemente recreando estas dobles lecturas.
Del mismo modo en que está presente, a través de toda la obra, el doble nivel de lo erótico y lo sociopolítico. Las mismas ambigüedades, tapujos y frases encubiertas, aluden simultáneamente a las fantasías y los recuerdos de trasgresión de lo sexual y del poder político. Los tabúes y prohibiciones extienden un manto de censura equivalente, hermanando el lenguaje y el nerviosismo excitado de rozar esos terrenos. No es de extrañar, entonces, que los personajes sean, en definitiva, la encarnación actual, desgastada y decadente, de dos pilares de la interpretación moderna de la realidad, tantas veces antagonizados: Sigmund Freud y Carlos Marx. Personajes reverenciados y escarnecidos, padres fundamentales que llaman a su desmitificación pero también a su reintegración en otro nivel de la cultura de hoy, son citados en el escenario como un homenaje y un ajuste de cuentas para una generación que se vio acosada por ambos paters sagrados. El llamado a la integración revisada de estos referentes busca equivaler el valor de lo individual y lo social, del mundo interior y sus ensoñaciones e imaginería con el del mundo social y sus urgentes realidades; ambas, muchas veces patológicas, turbias, necesitadas de reflexión que las contenga y acción que las canalice.
Todo ello sin moralejas ni mensajes para los espectadores.
Los códigos son abiertos, y también la posible interpretación. La fluidez de personajes, situaciones, sentidos, se realiza mediante una sucesión no lineal de escenas que, a través del pastiche, pegotean sueltamente los niveles más disímiles de referencias culturales. Lo culto con lo popular, el argot de un grupo peculiar con el de otro, unidos en algún vértice inesperado, las citas descontextualizadas de personajes cumbres de la cultura occidental con las figuras de comics y de la cultura de masas, el lenguaje refinado con el obsceno. Y todo a partir de elementos mínimos: dos actores, un banco de plaza, y algunos objetos que estos, como prestidigitadores, extraen de sus bolsillos.
Definitivamente, La secreta... es un texto elaborado en función de su efectividad escénica en un espacio de esquiva complicidad con el público.
María de la Luz Hurtado
Carlos Ianni estrenará esta noche "La secreta obscenidad de cada día"
La pieza de Marco Antonio de la Parra es un clásico de los 70 y se verá en el CELCIT. Los personajes están ligados a los sesgos oscuros de la realidad. "Monogamia", del mismo autor, fue mostrada en Europa y en marzo viajará a Miami.
Hace una semana Carlos Ianni puso en escena en la sala del CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral), entidad de la que es su director, en el barrio de San Telmo, "Como si fuera esta noche", de la española Gracia Morales; hoy, a las 21, estrenará en el mismo espacio "La secreta obscenidad de cada día", del chileno Marco Antonio de la Parra.
Del mismo autor, Ianni había estrenado hace tres temporadas "Monogamia", una pieza "que nos piden de todos lados y presentamos en España, Francia, Ecuador, y en marzo se mostrará en el Festival Internacional de Teatro de Miami, Estados Unidos", cuenta el director.
En el 91 Carlos Ianni había producido para el teatro San Martín esta misma obra que dará a conocer esta noche. En aquel momento, "La secreta obscenidad..." tuvo dirección de Francisco Javier.
La pieza, para Ianni, "es un clásico del teatro latinoamericano que conserva una absoluta vigencia. No tuve que tocar una palabra para volver a hacerla", opina. Sus personajes son dos hombres que se sienten culpables de algo que no se sabe qué es, o se vanaglorian de sus excesos. Uno de ellos bien podría ser Sigmund Freud y el otro Carlos Marx. La obra es una especie de homenaje a esos hombres que marcaron una etapa en la historia de Occidente.
HERMANOS DE SANGRE
-"Monogamia" es una pieza del mismo autor de "La secreta obscenidad..." y fue escrita varios años después. ¿Cuál es el interés que sigue despertando en el público, a tres años de su estreno porteño?
-La continuamos haciendo por la pasión que los actores depositaron en ella. Además del tema de la monogamia y la fidelidad, lo que se plantea es hasta qué punto es posible ser fiel a uno mismo, a los ideales que se tuvo en la juventud. Eso, sumado al vínculo que el autor plantea entre esos dos hermanos varones, produce una identificación en el espectador.
-¿Qué opinó el público europeo de este trabajo cuando lo presentó en el Festival de Teatro Hispano, que se hizo en diciembre en París?
-Sorprendió ver cómo un buen espectáculo puede ser resuelto sólo con tres sillas en escena y dos actores. Es curioso, porque la esencia del teatro es la palabra y dos actores en el espacio. En su mayor parte era público de habla hispana, aunque había muchos franceses. También fue una satisfacción muy grande para mí que varios autores, directores y traductores que me conocen estuvieran interesados en ver nuestra propuesta.
RECUPERAR AL AUTOR
-Los primeros días de marzo va a estrenar otra pieza, "Viaje a la penumbra", del argentino Jorge Diez, en el Cervantes. ¿Qué une a las cuatro obras, la de Gracia Morales, las dos de De la Parra y esta última?
-La española Gracia Morales nos acerca a un mundo mágico. En él, una madre y una hija se encuentran en un momento fantástico, en el que las dos tienen la misma edad, y eso hace que la hija pueda tomar una decisión importante para su vida. Lo esencial de las cuatro obras es que su acento está puesto en lo creativo y que los actores muestren el ciento por ciento de sus capacidades actorales. Lo mío es hacer puestas en escena más audaces y con menos elementos escénicos. "Viaje a la penumbra" me permite explorar el suspenso. Sus dos personajes se enfrentan a aquello que más temen y no saben cómo resolverlo.
-A diferencia de los años 80, en que se priorizaba la imagen, pareciera que el teatro ha vuelto a recuperar la importancia de los textos. ¿Cuál es su opinión?
-Es verdad, se vuelve a hablar de autores, se lee mucho más teatro. En la actualidad los directores no perdieron ese lugar de creador que habían adquirido en la década del 70 o el 80, y a la vez los autores recuperaron parte de su peso específico dentro del espectáculo. Hay autores como Kartún, que no considera terminada de escribir una obra suya hasta que no se la prueba en el escenario con el público.
DRAMATURGIA DE AMERICA LATINA
Este año el CELCIT, del que Carlos Ianni es director de la filial en la Argentina, cumple veintisiete años. Sobre el aporte de la institución para promover y dar a conocer a los dramaturgos latinoamericanos, el entrevistado dice que hace dos años comenzaron a subir a la página del Celcit en Internet (www.celcit.org.ar), a la que se accede gratuitamente, una colección de obras de teatro, que los interesados pueden bajar libremente. "Contamos con ciento cuatro títulos y este año estarán a disposición de la gente otras cincuenta más. En el 2002 se consultaron cincuenta y seis mil títulos y eso nos llena de satisfacción, porque muchas de esas obras se comenzaron a hacer en distintos países no sólo de América latina.
-¿Aparecieron nuevos autores de las características de Marco Antonio de la Parra, Rafael Spregelburd, Javier Daulte, Alejandro Tantanián o Daniel Veronese?
-La del noventa fue una década de despegue para los dramaturgos del continente. De Chile se puede mencionar a Benjamín Galemiri o César de María. Gustavo Ott y Néstor Caballero en Venezuela, o Jaime Chabaud en México.
La comunidad latina en los Estados Unidos cuenta con una segunda o tercera generación de autores que escriben en inglés y proponen una visión del primer mundo, a través de su propia herencia cultural. De Brasil nos separa todavía el contar con una lengua distinta. Mientras que en Uruguay están Raquel Diana y Mariana Percovich.
Al teatro de América latina lo define su diversidad y sus realidades sociales tan distintas. Del mismo modo que el teatro de Daulte, Spregelburd, Tantanián o Veronese es propio de una gran ciudad cultural como Buenos Aires. De igual manera que la uruguaya Mariana Percovich escribe sus propias piezas para montar en espacios no convencionales. Aunque no nos demos cuenta, para el resto de América y Europa Buenos Aires sigue siendo un imán muy fuerte, porque ofrece una actividad cultural variada e inmensa. El 2002 fue un año excepcional en ese aspecto.
El teatrista Carlos Ianni explica por qué está estrenando dos obras en forma casi simultánea. “Lo hago con la idea de no quitar la esperanza y contrarrestar las fuerzas que tiran al desánimo”, dice.
Desde hace años director de la sede argentina del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT), Carlos Ianni no ha dejado pasar un año sin dirigir teatro. Luego de su Fragmentos de un amor contrariado, sobre textos de Roberto Arlt, y mientras sigue de gira Monogamia, su puesta de 2000, Ianni acaba de estrenar Como si fuera esta noche, de la española Gracia Morales (con Cora Ferro y Andrea Martínez) y espera para pasado mañana el debut de La secreta obscenidad de cada día, del chileno Marco Antonio de la Parra, con Carlos Fernández y Víctor Gola, ambas en la sala que el Celcit tiene en Bolívar 825. A pesar del doble estreno, su actividad continúa: ya se encuentra ensayando Viaje a la penumbra, del chileno Jorge Díaz (con Víctor Hugo Vieyra y Ernesto Claudio) para iniciar la temporada de la Sala Orestes Caviglia, del Teatro Cervantes. En una entrevista con Página/12, el director admite que la decisión de ponerse a ensayar dos obras tuvo que ver con “el descalabro general de fines del año pasado, con la idea de no dejarse quitar la esperanza y así contrarrestar las fuerzas que tiraban al desánimo”.
Las dos obras presentan dos parejas de personajes del mismo sexo. Pero si la dupla masculina de La secreta obscenidad... se caracteriza por un franco histrionismo, el binomio femenino de Como si fuera... plantea lo que Ianni define como “una dramaturgia de energías menores”.
–¿Por qué eligió la obra de Marco Antonio de la Parra?
–El desafío de encontrarle una lectura contemporánea a un texto que fue coyuntural hace 30 años, contestatario, de un humor delirante y teñido por el mundo ideológico de los’ 70. Me pregunté: ¿Cómo serían hoy estos personajes? ¿Cómo volver vigente esta obra sin tocar el texto original y sin desacreditar los discursos de estos personajes?
–Los personajes son, nada menos que Freud y Marx...
–Dos personajes sobre los que hoy pesa la idea de la muerte de las ideologías. Pero la obra no consiste en un regodeo acerca de la vacuidad de los discursos. Aparte, puede leerse como una reflexión sobre la amistad. Porque ellos se aborrecen en principio y terminan encontrándose y desarrollando una actividad común. En el montaje del texto está claro el tiempo transcurrido entre que ellos fueron celebridades y el presente. Freud tiene conciencia de los errores cometidos por sus seguidores fanáticos. Marx no hace una autocrítica porque afirma que él fue un novelista al que tomaron demasiado en serio.
–¿Una cuota de astucia por parte del autor?
–Sí, claro. Marx habla de El Capital como si fuese una novela. Sin embargo, en el momento en que la obra rememora el discurso de Marx durante la apertura de la Primera Internacional Socialista a mí me sigue pareciendo una propuesta política válida, por más desacreditado que esté el marxismo. Algo parecido pasa con Freud, a quien muchos de los que lo toman como algo del pasado, en realidad, no lo conocen bien. Una de las cosas más atrapantes del texto es la ambigüedad con que están presentados los personajes, porque en principio no se sabe si son torturadores o torturados, policías o guerrilleros. También en la obra de Díaz que estoy ensayando hay dos personajes que se encuentran en un paraje misterioso y que tampoco se sabe qué será de ellos. Es una obra de suspenso, en la que es muy difícil anticipar cómo se van a desarrollar los acontecimientos.
–¿La eligió por su parecido con la situación actual?
–(Risas.) Si uno se pone apocalíptico termina imaginando que todo lo que sucederá en el país será en contra nuestro. Es un momento tan incierto... y suceden hechos inéditos, como el accionar de organizaciones de base o la falta total de expectativas frente a las próximas elecciones.
–¿Cómo siente la respuesta de la comunidad teatral ante la crisis?
–Hubo una respuesta muy activa: nuestra sala recibió el año pasado el doble de público que en 2001, y esto no puede atribuirse solamente a un acierto en la programación. Creo que en otras épocas, la gente iba al teatro a escuchar lo que no se decía en cine o televisión. Ahora, creo que la gente va porque siente que forma parte de una comunidad que afuera se está desintegrando. El teatro pasó a ser un fenómeno paralelo a las asambleas barriales, donde la gente reconoce que al vecino le suceden las mismas cosas. Pero por otro lado, viendo en qué se ha venido convirtiendo la escuela pública y la universidad, con tanta deserción escolar, me pregunto dónde se están formando los espectadores de las próximas generaciones. Tenemos que dejar de poner la mirada en la coyuntura de haber contestado a la crisis con la euforia de tantos estrenos y de que el público nos haya acompañado. Hay que hacer una reflexión de mayor alcance.
con Hernán Gené (España)
Sábado 20 de enero
15 h (hora Argentina)
con Teresita Galimany
5 de junio al 31 de julio
Miércoles de 19 a 21
con Debora Astrosky
1º de agosto al 30 de noviembre
Lunes de 19:30 a 21:30
con Javier Swedzky
1º de agosto al 30 de noviembre
Jueves de 19 a 21