Escrita y dirigida por Víctor Winer.
Con Rita Terranova. Música: Diego Soifer. Espacio escénico y vestuario: Carlos Di Pasquo
De Victor Winer
Con
Rita Terranova
Fotos
Soledad Ianni
Diseño cartel
Agustín Calviño
Prensa
Duche y Zárate
Operación técnica
Fernando Díaz
Diseño de iluminación
Carlos Ianni
Música original
Diego Soifer
Espacio escénico y vestuario
Carlos Di Pasquo
Puesta en escena
Víctor Winer - Carlos Di Pasquo
Dirección
Víctor Winer
Sin intervalo
Duración: 60 minutos
Dios no juega a los dados… pero con algo se divierte.
No es conveniente para nosotros un supremo sumergido en el aburrimiento.
Imaginemos su morada llena de objetos, pensamientos, deseos, ansiedades, destinos…
Dios despierta y sale a divertirse justo cuando un colectivo para en medio del descampado…
Loteo surgió en mi al compás de la impunidad del trazo breve.
Luego de las primeras imágenes, cada frase que llegaba a mi escritorio se hacía lugar como ladrillo en la pared del cuento, el relato, la historia o como se llame.
Como aquellas formaciones de circo donde el soporte permite que por encima suyo se desplieguen las formas, el Loteo fue desarrollándose al ritmo del micro relato, de las palabras agrupadas con su propia sabiduría.
Ellas me señalaron la hoja de ruta, el camino.
Luego, al decidir dirigir la historia, el cuento, el relato o como se llame, tuve que mirar desde otro lado, desde otras alturas y porqué no desde otros espacios subterráneos.
Como todo en la vida las sumatorias cálidas e inteligentes favorecen la navegación.
Carlos Di Pasquo me ayudó con el timón y Rita Terranova se hará cargo de los pasajeros.
Buen viaje.
Víctor Winer
Rita Terranova, protagonista de dos obras de Victor Winer: la ya estrenada «Loteo» y «Cloro»
En «Loteo», obra que se exhibe en el CELCIT, Rita Terranova interpreta a un Dios que se entretiene jugando con el azar, y en «Cloro», que se estrena en abril, hará de una escritora «solterona y excéntrica».
Dos obras de Víctor Winer tendrán este año por protagonista a Rita Terranova. La primera es «Loteo», que se está exhibiendo en el CELCIT (Bolívar 825) los viernes y sábados a las 21. En este unipersonal, la actriz le pone el cuerpo a un Dios que se entretiene jugando con el azar y orquesta una historia de amor entre dos desconocidos. El otro texto de Winer, «Cloro», será estrenado el 7 de abril en el Centro Cultural de la Cooperación, con dirección de Kado Kostzer. Con Celeste García Satur, Enrique Iturralde y Nilda Raggi completando el elenco. En este caso, la elogiada intérprete de «Chejov-Chejova» y de «El diario de una camarera» -obra que representó durante cinco años, incluso en España-deberá encarnar a una escritora de novela rosa. «Es una solterona mal avenida y algo excéntrica que se encuentra paralizada ante la hoja en blanco cuando recibe la visita de una jovencita dispuesta a debutar como novelista», amplía la actriz. Ese encuentro estimulará la imaginación de la escritora y en sus fantasías aparecerán dos figuras emblemáticas de los años '40 y '50: Esther Williams, la gran diva acuática de Hollywood y el músico Xavier Cugat. Ganadora del Premio Trinidad Guevara 2004 por su labor en «El jardín de los cerezos» de Chejov, con dirección de Hugo Alvarez, la hija del recordado Osvaldo Terranova dice haber dudado mucho antes de decidir sus siguientes trabajos. «Fue algo muy especial, por eso tenía que elegir muy bien mis obras número 66 y 67».
Periodista: Casi setenta obras... impresiona un poco.
Rita Terranova: Es que yo debuté en teatro a los 14 años y de allí en más no paro de trabajar. Por ser hija de actores, ése fue mi ambiente natural. Cuando era chica, disfrutaba ir con mi padre al teatro viernes, sábados y domingos, verlo prepararse en su camarín, ir a charlar con las actrices o ayudarlas a vestirse. Y, después, estar en el primer palco disfrutando cada vez que un actor me hacía un guiño durante la función. Para mí era la gloria.
P.: Eso la haría un tanto rara ante los otros chicos.
R.T.: Sí. Primero porque en mi casa se leía mucho. Yo leí toda la obra de Shakespeare y otros autores siendo muy chica. Pero además nuestro sistema de vida era muy distinto, mi madre también había sido actriz y yo recuerdo que quince días antes de un estreno a mi papá no se le podía hablar, se lo mimaba y se lo cuidaba hasta el día del debut, que era una fiesta y a la que todos íbamos arregladitos . Siempre lo acompañamos en sus cosas y pasó lo mismo conmigo. Las chicas de mi colegio hablaban de otras cosas... a mí no me importaba la moda, ni ir a bailar, por ahí me atraía más comparar la obra de Leonardo con la de Miguel Angel. Por eso cuando entré al teatro me sentí muy acompañada, allí encontré gente con los mismos intereses.
P.: Sin embargo, sus padres no parecían muy excéntricos...
R.T.: En absoluto. Mi familia era muy organizada, bien al estilo italiano, con los almuerzos de domingo y esas cosas. Mis padres estuvieron juntos toda la vida y además eran muy estrictos con respecto a mi educación. Sólo me permitían hacer teatro si no me llevaba ninguna materia. Y yo cumplí.
P.: Háblenos un poco más de «Loteo».
R.T.: Mi personaje es Dios y se dispone armar una historia de amor entre un hombre y una mujer que no estaban destinados a encontrarse. Ambos viajan en un colectivo de larga distancia. El baja a estirar las piernas y descubre un cartel de loteo. Entonces, decide quedarse y comprar un lote. Ella es una chica que sigue viaje en el mismo colectivo y está muy deprimida porque tiene que volver a casa de sus padres. Al llegar se da cuenta que por error hubo un intercambio de valijas y que a ella le entregaron la del otro pasajero.
P.: La anécdota es simple pero, al menos leyéndolo, se trata de un texto muy poético, con imágenes casi cinematográficas.
R.T.: Sí, es un texto muy bello, no sigue una rima pero tiene ritmo y musicalidad y se entrelaza muy armoniosamente con citas de César Vallejo y de Federico García Lorca. Por otra parte, gusta mucho que a Dios lo encarne una mujer.
Es cada vez más frecuente toparse en el teatro con textos que no tienen una estructura dramática convencional, sino que son una suerte de narraciones concebidas para ser dramatizadas. Digamos que no están escritos en forma de relato convencional, sino que tienen la elasticidad necesaria como para ser manipulados por el aquí y ahora teatral. Por lógica, también naufragarían irremediablemente si no tuvieran una dirección exacta y una buena interpretación.
Loteo es uno de estos espectáculos. Y no naufraga, sino que sale victorioso porque su autor, Víctor Winer (Freno de mano), es también su director y pudo plasmar en la encarnadura de la actriz aquello que tenía en su mente en el momento de escribir esta historia.
Este unipersonal es un relato sencillo, hondo e interesante, diseñado para una excelente narradora como lo es Rita Terranova. Tomó este desafío por esa vía y buscó colocar al espectador como depositario activo de esta historia.
Por su parte, Winer le dio un toque mágico a la cosa. Ella aparece así como de la nada; se ubica en su banco rojo y, con una atrevida tranquilidad, conduce al público a un cuento que habla de desencuentros, de la suerte impredecible y de aquellos giros que puede deparar el destino.
La historia que cuenta es sobre un hombre y una mujer que viajan en un micro rumbo a Madariaga. Un cartel de loteo desvía al tipo de su viaje y, sin quererlo, ambos se cruzan los equipajes. Eso será un disparador que modificará no sólo sus destinos, sino que los obligará a observar con el alma.
NARRADORA DÚCTIL. Y observar de ese modo es un mérito que Terranova consigue en su labor y en su propósito. Su relato tiene hondura y está plasmado a través de una sensibilidad mayúscula. Es a través de una interpretación trabajada a partir de la sutileza y del oficio, como logra que el espectador no desvíe la atención en ningún instante.
Nunca se quedará quieta; encontrará las acciones necesarias e inductoras, y contagiará el entusiasmo del narrador enamorado y convencido de su relato. Con su interpretación, Rita Terranova halla poéticas y consigue conmover sobre los tramos finales.
Víctor Winer le facilitó la tarea con una marcación delicada y una puesta sencilla, pero efectiva. Asimismo, le ayudó a encontrar imágenes permanentes y a transmitir en forma diferenciada los sentimientos y decires de cada una de las criaturas de las que se hace mención en la historia.
Como escritor, les puso una cadencia especial a varios tramos de su historia amorosa. "Mi madre me ajusta el cuello del abrigo no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar", dice en uno de esos segmentos. E irremediablemente, uno, como público, manotea imágenes y reagrupa recuerdos para vestir el rostro de espectador ingenuo con una sonrisa de placer y agradecimiento.
Carlos Ianni diseñó una puesta de luces que no sólo acompaña la narración, sino que también narra; por su parte, Diego Soifer también sumó su aporte creativo a una partitura que agrega bondades a los climas.
No es una gran obra: es un relato sentido, contado por una juglaresa impecable.
Es cada vez más frecuente toparse en el teatro con textos que no tienen una estructura dramática convencional, sino que son una suerte de narraciones concebidas para ser dramatizadas. Digamos que no están escritos en forma de relato convencional, sino que tienen la elasticidad necesaria como para ser manipulados por el aquí y ahora teatral. Por lógica, también naufragarían irremediablemente si no tuvieran una dirección exacta y una buena interpretación.
Loteo es uno de estos espectáculos. Y no naufraga, sino que sale victorioso porque su autor, Víctor Winer (Freno de mano), es también su director y pudo plasmar en la encarnadura de la actriz aquello que tenía en su mente en el momento de escribir esta historia.
Este unipersonal es un relato sencillo, hondo e interesante, diseñado para una excelente narradora como lo es Rita Terranova. Tomó este desafío por esa vía y buscó colocar al espectador como depositario activo de esta historia.
Por su parte, Winer le dio un toque mágico a la cosa. Ella aparece así como de la nada; se ubica en su banco rojo y, con una atrevida tranquilidad, conduce al público a un cuento que habla de desencuentros, de la suerte impredecible y de aquellos giros que puede deparar el destino.
La historia que cuenta es sobre un hombre y una mujer que viajan en un micro rumbo a Madariaga. Un cartel de loteo desvía al tipo de su viaje y, sin quererlo, ambos se cruzan los equipajes. Eso será un disparador que modificará no sólo sus destinos, sino que los obligará a observar con el alma.
NARRADORA DÚCTIL. Y observar de ese modo es un mérito que Terranova consigue en su labor y en su propósito. Su relato tiene hondura y está plasmado a través de una sensibilidad mayúscula. Es a través de una interpretación trabajada a partir de la sutileza y del oficio, como logra que el espectador no desvíe la atención en ningún instante.
Nunca se quedará quieta; encontrará las acciones necesarias e inductoras, y contagiará el entusiasmo del narrador enamorado y convencido de su relato. Con su interpretación, Rita Terranova halla poéticas y consigue conmover sobre los tramos finales.
Víctor Winer le facilitó la tarea con una marcación delicada y una puesta sencilla, pero efectiva. Asimismo, le ayudó a encontrar imágenes permanentes y a transmitir en forma diferenciada los sentimientos y decires de cada una de las criaturas de las que se hace mención en la historia.
Como escritor, les puso una cadencia especial a varios tramos de su historia amorosa. "Mi madre me ajusta el cuello del abrigo no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar", dice en uno de esos segmentos. E irremediablemente, uno, como público, manotea imágenes y reagrupa recuerdos para vestir el rostro de espectador ingenuo con una sonrisa de placer y agradecimiento.
Carlos Ianni diseñó una puesta de luces que no sólo acompaña la narración, sino que también narra; por su parte, Diego Soifer también sumó su aporte creativo a una partitura que agrega bondades a los climas.
No es una gran obra: es un relato sentido, contado por una juglaresa impecable.
con Claudia Quiroga
1º de abril al 31 de julio
Jueves de 19 a 21
con Alejandra Chamorro
1º de junio al 30 de julio
Miércoles de 19 a 21
con María Svartzman
6 de mayo al 25 de noviembre
Lunes de 18:30 a 21
con Horacio Banega
4 de julio al 8 de agosto
Jueves de 19 a 21
con Cintia Miraglia
3 de junio al 22 de julio
Lunes de 17 a 19