HACER TEATRO HOY. LA COMEDIA NACIONAL, ARRIBA
Uruguay

Por Jorge Pignataro Calero

En alguna reseña anterior -sea en algún balance final de temporada o en su transcurso-, señalábamos la preocupación de nuestro teatro por reflejar las acuciantes realidades cotidianas en propuestas estéticamente valederas inspiradas de alguna manera en la búsqueda de una posible identidad nacional o, al menos, subcontinental; y en ese empeño hemos destacado los logros alcanzados alternativamente por el teatro independiente o por la Comedia Nacional. En esta nueva entrega no nos cabe mas que subrayar con solidario entusiasmo el arrasador triunfo alcanzado en el 2002 por la Comedia Nacional.

Repasando el historial de la Comedia se observa en 1962 y en 1981, por ejemplo, su brillante desempeño, la rotunda versatilidad de su repertorio, su ambición de ir a más; lo que daría pie a razonar que solo cada veinte años el elenco oficial es capaz de alcanzar cimas de superioridad. Sin perjuicio de rebatir fácilmente tal reflexión, lo que se puede afirmar hoy sin riesgo de equivocarse es que nunca antes la Comedia Nacional había llegado a tal grado de madurez y brillo, más encomiable aun a la vista de las dificultades de todo tipo -comenzando por las económicas- en que se desenvuelve la cultura uruguaya en general y el teatro en particular; y más particularmente aun la propia Comedia privada del teatro Solís en restauración, que fue durante décadas su principal bastión.

Fruto de una inteligente reestructura institucional, la Comedia es orientada hoy por un equipo que encabeza su Director Artístico Héctor Manuel Vidal acompañado por Luis Masci (escritor), Gustavo Zidan (actor), Jaime Secco (periodista y autor) y Estela Mieres (actriz y directora) en distintas funciones (programación, difusión, promoción, administración, etc.), pero compenetrados todos de un mismo espíritu de trabajo que Vidal expuso con claridad y firmeza inusuales en sucesivas conferencias de prensa -cuyo contenido es imposible dar aquí in extenso-, bastando citar un párrafo sustancial: “En época de crisis es, tal vez, cuando más se necesita reflexionar, pensar a largo plazo y volver a los valores humanos fundamentales. Para ello también, está el teatro”. El elenco y sus técnicos, por su parte, han demostrado en los hechos su total compenetración con los nuevos aires que soplan en la Comedia.

Veinticinco nominaciones para premios Florencio en diez de las quince categorías que la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay establece anualmente para dicha premiación no se logran fácil ni habitualmente; y aunque se trate de un hecho puntual porque no está entre los fines de la Comedia Nacional batir records, no deja de ser significativo, y más aun su consecuencia: de tales nominaciones, diez se llevaron el Florencio, entre ellas las principales que son al mejor espectáculo y al mejor director, donde compartieron el premio dos espectáculos de la Comedia: “La misión” de Heiner Muller, -acerca de la traición y la lealtad en torno a una ideología dada-, y “El ultimo yanqui”, de Arthur Miller, -sobre la condición del hombre actual en la jungla urbana-, así como sus respectivos directores, Alberto Rivero y Mario Ferreira, integrantes de la nueva y pujante promoción del teatro nacional, pues entre ambos apenas suman 70 años de edad. Los otros seis Florencios se adjudicaron a Delfi Galbiati como mejor actor, Catherina Pascale como actriz de reparto y Armando Halty como actor de reparto, los tres por “El ultimo yanqui”; en tanto Claudio Goeckler y los Títeres de Cachiporra de Javier Perazza y Ausonia Conde (escenografia), Fernando Ulivi (ambientación sonora) y Martín Blanchet (iluminación) se los ganaron por “Pericles, príncipe de Tiro”, una desatada comedia de Shakespeare, casi desconocida y de su última producción (estreno sudamericano), dirigido por Héctor Manuel Vidal.

A los dos títulos mencionados en último término deben sumarse “Diktat” del francés contemporáneo Enzo Cormann, sobre el absurdo de una guerra fratricida, como en los Balcanes; “Benedetti, nuestro prójimo”, compaginado por su director Horacio Buscaglia sobre textos de nuestro consagrado escritor; y el “Proyecto Feria”, expresión de teatro callejero concebido y dirigido por Mariana Percovich (otra figura joven) para su presentación en las ferias vecinales, todo lo cual conformo el paquete con que la Comedia celebro, cercano al fin de año, su 55º aniversario. Más tempranamente, en mitad de temporada, había estrenado “La misión”, ya citada; y “Turcaret”, especie de vodevil versallesco del posmolieresco Alain Rene Lesage, dirigido por Daniel Spinno Lara, actor integrante del elenco oficial. Todos ellos espectáculos señalados por una u otra razón por la critica, y bien acogidos por el público cada vez más nutrido que sigue a la Comedia.

No obstante su brevedad numérica, la programación reseñada constituye un amplio abanico de proposiciones estéticas, de ubicaciones ideológicas, de posibilidades expresivas, y de realizaciones factibles a pura imaginación en defecto del acotado apoyo financiero. Una suma de condiciones (¿y por que no virtudes?), que explican el título que encabeza esta nota. Ojalá se mantenga en esa airosa posición, y pueda seguir sorteando los difíciles tiempos actuales y los que se avecinan.